🥀capítulo 1🥀

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El sonido del despertador es lo peor que pueda escuchar, lo odio con todo mi corazón, se que el me odia a mí por golpearlo con fuerza para que se detenga .

Me niego abrir los ojos, solo pensar que tengo que ir a trabajar me dan ganas de llorar. Odio  mi trabajo también, tanto como al despertador.

Los primeros mensajes que veo son de mi madre, los envió anoche.

Mamá:¿Estas comiendo bien? Tienes dinero suficiente para pagar las cuentas? _____, te he estado llamando
¿Porqué no contestas el teléfono? Que tengas veinticuatro años y estés viviéndo sola, no significa que ignores a tu madre, háblame apenas leas este mensaje, ¿ O acaso has vuelto con Thomas que no tienes tiempo para responder un mensaje?.--- 22:08 P.M

______: Hola mamá, buenos días, perdón por no responder tus mensajes, ayer mi turno en el restaurante fue de noche, ya sabes que todo los meses lo cambian. Con respecto a las deudas, no te preocupes, están al día, y mi nevera esta abastecida. No tienes que recordarme la edad que tengo, todos los días mi cuerpo me lo recuerda a terminar exhausta de tanto estar de pie atendiendo mesas en mi trabajo. Te amo, te llamare durante la tarde.---07:03 AM

______: Y por cierto con Thomas no estamos juntos desde  hace meses, no lo nombres más, ya te dije que no deseo estar con nadie, prefiero estar sola, que mal acompañada.----07:05 AM

¿Por qué ella sigue insistiendo en hablar de él? Detesto su nombre, no lo soporto, fue una relación de dos años que no termino bien, punto.

Malhumorada me levanto directo al baño, verme en el espejo es penoso, mi cabello es un desastre y mi rostro está más pálido de lo normal. Es entendible, anoche mi jefe se comportó como un ogro, se quejó un montón sobre lo poco ineficientes que fuimos con mis compañeras de trabajo, siendo que nuestros pies volaban a través de las mesas para tener los pedidos de nuestros clientes lo más rápido posible. 

Lamentablemente no puedo cambiarme de trabajo, llevo más de un año siendo mesera, y si me voy perderé mi antigüedad, además que aquí en Londres no hay muchas opciones de trabajo, muchas están cesantes por la falta de éste, es por eso que no puedo dejarlo, quedar en la calle es lo peor que podría hacer.

Yo no quiero volver a casa, le dije a mamá y papá que quería ser una mujer independiente, que no importaba cuanto me costaría, que lo haría porque necesitaba aire nuevo.

Aire nuevo. Si, este es mi aire nuevo, apenas puedo pagar las cuentas, mi nevera apenas se llena una vez al mes y cada día me siento más vieja.

Todas mis horas extras y gran parte de mi suelto se van a mi cuenta bancaria, estoy pagando la mensualidad de la universidad.

Pensar en eso me deprime, porque tuve que abandonar mis clases de diseños, por falta de dinero. Aún debo pagar algunos meses para poder retomar, si no tengo el día la mensualidad, no puedo continuar.

-De pensamientos no viviría, así que a trabajar se ha dicho.---me digo dándome ánimos antes de que caiga en la depresión.

Después de todo, no todo es tan malo, hoy solo tengo un turno por la mañana y luego seré libre del ogro de mi jefe hasta mañana. Eso me pone contenta, necesito dormir, y es justo lo que haré apenas salga del trabajo.

(…)

-________---- me llama Alexandra, mi compañera de trabajo.---Reservaron la mesa siete.

-Está bien.---le digo y busco detrás del mostrador nuestras tarjetas de reservados.

Gracias al cielo el lugar no está lleno, solo unas cuantas personas están tomando el desayuno antes de ir a trabajar. Es por eso que me paro en mi esquina habitual para esperar la llegada de nuevos clientes.

𝑈𝑛𝑎 𝐺𝑟𝑎𝑛 𝑀𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎 ||  𝐴𝑖𝑑𝑎𝑛 𝐺𝑎𝑙𝑙𝑎𝑔ℎ𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora