🥀Capítulo 8🥀

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No debería sentirme incomoda en mi propia casa, y mucho menos en mi propia mesa.

El que debería sentirse así, es mirarlo, noto que lo último que siente es incomodidad. Es más, come con una pasión, pero al que se me quita el hambre.

-Mañana iremos a pasear.-me dice de repente, dejando que mi único trozo de pizza quede a centímetros de mi boca.

-¿Iremos a pasear?.-él asiente.-¿Adonde?.

-Adonde tu quieras.-me dice y se encoge de hombros.

-¿Estás hablando enserio? .- pregunto sintiéndome repentinamente emocionada.

-Por supuesto. Será como hoy, una salida normal.-me dice.-solo te pido que no aprietes tan fuerte mi mano, casi cortas mi circulación.

Sus palabras me hacen sonrojar, pero rápidamente me defiendo.

-Oye, estaba nerviosa, no fue a propósito, además de que fuiste tú quien tomó mi mano primero.–le recuerdo.

-Lo hice porque tu no hacías nada.-me dice ofendido.

-¿Y que querías que hiciera? Tú ni siquiera me mirabas.-le digo.

-Quizás también me sentó un poco nervioso, no es fácil para mí salir con alguien desconocido, y más aún tener el valor de tomarle la mano.-se excusa diciendo cada palabra como si fuera algo terrible y repugnante.

Detesto que sus hirientes palabras me afecten, esto no está resultando fácil para mí.

-Bueno, no te preocupes, solo algunos meses que tendrás que tomarle la mano a una desconocida, ese asco que sientes no será por mucho tiempo. – le digo.-Y no es necesario que seas tan imbécil.

Me levanto de mi silla solo porque no soporto tener lágrimas en los ojos. Normalmente, cuando me enojo, o siento mucha frustración, suelo llorar.

Aidan también se levanta, me sigue por el pequeño pasillo hasta mi habitación.

-Perdón, no fue lo que quise decir.-me dice parándose en el umbral de la puerta.

-¿Sabes que? .- digo mirándolo.-dejame en naz no es culna mía que la gente hable de ti que invente rumores, yo acepté este trabajo porque necesito el dinero, si no fuera así, no debería que estar soportando a alguien como tú. –le digo realmente molesta.

-_____ ...- comienza él.

-No, cállate.-le digo.

-Estás en mi casa, y aquí no harás lo que quieras. No permitiré que me humilles, o digas cosas desagradables de mí.-continue diciéndole.-Dormiré en mi cama, si quieres dormir aquí, hazlo, no me importa, pero no me hables.

No quiero seguir mirándolo, si lo hago diré cosas peores. Sé que mis palabras pueden ocasionar que nuestra relación, sea peor, pero en este momento me siento tan enfadada que no puede importarme menos.

Él se aleja por el pasillo, me quedo sola en la habitación y aunque tengo las lágrimas apunto de derramar por mis mejillas, logro retenerlas.

Mientras me pongo el pijama, pienso que esto no está resultando. Sé que necesito el dinero, pero no puedo permitir que de cada diez palabras ocho sean para denigrarme.

Quizás sea mejor renunciar, decirle al señor Fleming que no puedo seguir con esto, que esta afectando mi salud mental. O quizás esperaré unos días, si él no cambia su actitud, lo mejor será olvidarme de este trabajo, volveré a mi puesto de mesera y haré como si esto no hubiera pasado.

(...)

Cuando despierto por la mañana, me doy cuenta que Aidan no está. Pienso que es mejor así, anoche tomé una pastilla para dormir, sabía de antemano que no lograría conciliar el sueño.

𝑈𝑛𝑎 𝐺𝑟𝑎𝑛 𝑀𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎 ||  𝐴𝑖𝑑𝑎𝑛 𝐺𝑎𝑙𝑙𝑎𝑔ℎ𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora