🥀Capítulo 88🥀

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Dos meses después.

Volver a estar en casa después de un tiempo en el hospital llena mi corazón de alegría. Mi cuerpo aun está muy débil, con suerte he ganado algo de peso, pero gracias a Aidan me han dejado seguir mi tratamiento desde casa.

Mientras él me ayuda a cruzar el umbral de la puerta, no puedo evitar soltar lágrimas de felicidad. Y es que jamás creí que volvería a estar aquí, jamás creí que tendría una segunda oportunidad para volver a ver el rostro de las personas que quiero.

Los padres de Aidan, su hermano Greg y mis padres están aquí, dándome la bienvenida.

-La llevaré directamente hasta la habitación. —Dice Aidan sin soltarme mientras me guía hacia el interior del lugar.

Aidan, mi Aidan, mi amor. Jamás terminaré de agradecer todo lo que ha echo por mí, él ha estado a mi lado en cada momento, día y noche.
Acompañándome en mis noches más difíciles en el hospital. Cuando las pesadillas y los miedos me atormentan, sus brazos han sido mi refugio, mi lugar seguro donde sé que nada malo me pasará.

La habitación sigue siendo la misma cuando él me ayuda a entrar. La última vez que estuve aquí, él estaba postrado, con su rodilla recién recuperándose, y ahora soy yo quien necesita su ayuda.
Mamá me sostiene del otro lado y al final con algo de dificultad puedo acostarme bajo las mantas.

-¿Está cómoda la cama mi amor? —Me pregunta él arropandome.

-Sí, muchas gracias. —Respondo con una sonrisa.

Durante unos minutos todos están aquí conmigo, pero después se marchan a las otras habitaciones para dejarme descansar.

-¿No sientes frío? —Me pregunta mientras lo veo cambiarse de ropa.

-No, está calentita. —Digo y él me sonríe.

-Si sientes hambre, debes decírmelo ¿Está bien?

-No te preocupes, por ahora no puedo comer nada, además que no me gusta la dieta que han implantado para mi. —Digo con tristeza, pero él se ríe.

-Lo sé, pero tú estómago aún está debil, debes comer comidas livianas, hasta que la doctora decida que estas mucho mejor. —Me recuerda y yo asiento. —¿Estás segura que estás cómoda? Puedo traer más mantas y almohadas.

Su preocupación por mi, me causa mucha ternura.

-Solo te necesito a ti. —Digo y él camina hasta mi lado.

Él se mete bajo las mantas e inmediatamente mi cuerpo anhela su compañía. Así que me arrastro como puedo y termino apoyada en su pecho, con sus brazos rodeandome.

-No sabes lo feliz que estoy en este momento mi hermosa ______. —Me dice y puedo sentir lo emocionado que está. —Soy el hombre más feliz del mundo.

-Te amo demasiado Aidan. —Susurro acurrucandome como un gatito bajo su cuello. —Gracias, gracias por todo.

-No debes agradecerme nada, todo lo que he echo es porque te amo, te amo tanto ____ _____. —Susurra.

-Escucharte alegra mi corazón. —Le digo y él suelta una risita. —Eres todo para mi.

-Y tú lo eres para mi. —Me dice al mismo tiempo que se acomoda para poder verme a la cara. —Daría lo que fuera para borrar tus malos recuerdos, para eliminar las pesadillas que te atormentan, realmente desearía poder hacerlo.

-Tenerte a mi lado lo hace mi amor. —Le aseguro. —Sé que mi mente me arrastra hasta ese momento, pero tu amor me sanará.

Él me sonríe acercándose a mi rostro. Sus labios reparten besos por mi mejilla y luego termina en mi boca. Sus labios son tan cálidos, tan suaves, llenos de amor para entregar.
A pesar de la poca fuerza que tiene mi cuerpo aún, acaricio su mejilla, las yemas de mis dedos se pasean por su mentón, sus pómulos y párpados cuando él cierra sus ojos para disfrutar de mi toque.

En algún momento de mi encierro, creí que jamás podría volver hacer esto. Deseaba con toda alma poder aunque sea una vez volver a besar sus dulces labios, aunque sea solo una vez poder acariciar su mejilla y ver sus hermosos ojos verdes.

-Bésame. —Le pido muy emocionada por poder estar aquí, en nuestra habitación.

-Por supuesto.—

(...)

-¿Estas bien mi amor? —Me pregunta y con una sonrisa le digo que si. —Te amo, te amo demasiado.

-Y yo a ti Aidan, con toda mi alma. —Susurro y él deposita sus labios en mi cuello repartiendo suaves besos.

Durante algunos minutos nos quedamos en la misma posición. Él me susurra cosas lindas en el oído, y yo a él, todo poco a poco está volviendo hacer como antes, y eso me llena de felicidad.

-¡Mis niños, perdón que interr... —Mierda. Ambos nos quedamos mirando a la persona que está parada en el umbral de la puerta. Los ojos de Lauren nos miran con mucha vergüenza mientras comienza a retroceder. —¡Perdón, lo siento mucho, yo no sabía! —Agrega y sale rápidamente de la habitación.

Aidan suelta una risita, más yo puedo sentir la vergüenza invadir todo mi ser.

-¡Que vergüenza! —Digo escondiendo mi rostro en su cuello.

-¿Por qué? Solo estábamos haciendo el amor. —Me dice con diversión.

-¡Aidaaaaaaan, es tu madre!

Él vuelve a reirse, para nada afectado que su madre nos haya visto. A pesar de que no estábamos en pleno acto, ella sabe en lo que estábamos, además ni siquiera teníamos una manta encima. Mierda ¿Cómo podré mirarla a la cara?

𝑈𝑛𝑎 𝐺𝑟𝑎𝑛 𝑀𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎 ||  𝐴𝑖𝑑𝑎𝑛 𝐺𝑎𝑙𝑙𝑎𝑔ℎ𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora