🥀Capítulo 26🥀

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No veo a Aidan durante la tarde.

Esta trabajando en nueva música, es por eso que ha pasado la mayor parte del día en su estudio.

Y Yo por supuesto ya no sé que hacer para matar el aburrimiento que me embarga al encontrarme sola en esta inmensa casa. No puedo vagar por los pasillos porque ya los conozco, no puedo estar viendo las redes sociales porque veo fotos de Aidan en el bar, y no puedo ver televisión porque no estoy acostumbrada a hacerlo.

Quisiera volver a trabajar. Quisiera estar en el restaurante, sé que es un trabajo agotador, pero estaba haciendo algo, podía hablar con mis compañeros de trabajo, reírnos sobre los clientes extraños, y salir de vez en cuando.

Pero estando aquí no puedo hacer nada de eso, solo me limito a ver el techo blanco de la habitación de invitados, dejando que el tiempo pase y que el día termine pronto.

Pienso que quizás podría ir a ver a Emma, mi amiga embarazada, pero ir se convertiría en un interrogatorio, la conozco y sé que sus preguntas terminarían por delatar la farsa que existe entre Aidan y yo.

Bueno, no todo es tan falso, él me gusta, y yo le gusto, pero no somos novios, tenemos un contrato de por medio y eso no lo puedo olvidar a la hora de estar cerca de él y mucho menos cuando estemos en presencia del señor Fleming, él no sabe nada, y temo que pueda molestarse si se llega a enterar que entre Aidan y yo, ya han pasado cosas fuera del ámbito profesional.

Y no solo molestarse, si no dar por finalizado el contrato, y mi sueño de volver a la universidad seria estancado una vez más. Además que también temo que si algo así ocurriese ¿que pasaría entre Aidan y yo? ¿Simplemente nos dejaríamos de ver? Me gustaría tener la valentía de preguntarle, pero no puedo, temo que su respuesta no sea la que mis oídos deseen escuchar.

-¿______?.-mierda, casi quedo pegada en el techo al escuchar repentinamente su voz.- Lo siento, ¿te asusté?.-me pregunta Aidan entrando en la habitación con una sonrisa en los labios.

-Sí.-murmuro.-Casi me muero del susto, deberías tocar antes.

-Lo hice, pero no respondiste. ¿Todo esta bien?.-me pregunta sentándose en la cama, a mi lado.

-Sí, ya estaba comenzando a preparar todo para irme a la cama.-le digo y él asiente.

-¿A la cama mía?.-me pregunta un tanto tímido.

-No, a mi cama. Esta.-digo y le doy palmaditas al edredón. Aidan sonríe.

-¿Haz comido algo? Yo muero de hambre, me duele incluso la cabeza.

-Me comí un sándwich, no te quise molestar, sabía que estabas ocupado, es por eso que comí sola.

-No te preocupes, me prepararé algo rápido, estoy muy cansado.-dice y luego se recuesta en la cama cerrando los ojos.

-Oye, no te duermas aquí, ve a comer algo.- le digo al mismo tiempo que estiro mi mano toco su hombro.-¿Aidan?.-él sonríe.

-Me iré solo si duermes conmigo esta noche. -me dice sin abrir sus ojos, pero si con una sonrisa pícara.

-No puedo, me muevo demasiado al dormir. -bromeo.

-No tengo problemas que te muevas encima mio.-me dice.-y no puedo evitar el rubor en mis mejillas. Creo que esta hiperventilando.

-¿Estás seguro de eso?.-me atrevo a preguntar. Aidan abre sus ojos y me queda mirando, ya no sonríe.

-Sí, estoy seguro.-me dice.-Es más, después de un día tan agotador para mi, discutiendo con Edward por algunas letras de las canciones que estamos trabajando, no me haría mal tenerte aquí.-me dice y sus manos tocan sus caderas.-haría que mi día terminara bien.-agrega en un tono de voz tan caliente que no puedo decir nada.

(...)

-Eso fue tan...-dice el con la respiración entre cortada.–fue espectacular.

-Sí.-digo, y al recuperar el aliento me quedo un poco triste al no poder haber seguido su juego de decir cosas calientes.

-Dame un segundo.

-Esta bien.-digo al mismo tiempo que ambos escuchamos el sonido del timbre.

¿Quién vendrá a estas horas?.

-A maldición, justo cuando no puedo mover ni un músculo. –dice Aidan y el timbre vuelve a sonar.

A duras penas él se levanta y se viste rápidamente, mientras que se viste rápidamente, mientras que yo me meto bajo las sábanas de su cama.

Cuando él sale de la habitación, también me levanto y desnuda camino hasta la puerta para escuchar.

Mi calenturiento cuerpo se enfría cuando escucho la voz de un hombre en el salón. Pero no es cualquier hombre, es la razón por la cual yo ahora estoy en esta casa, con un contrato y teniendo orgasmos provocados por Aidan Gallagher.

Sí, el señor Fleming.

𝑈𝑛𝑎 𝐺𝑟𝑎𝑛 𝑀𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎 ||  𝐴𝑖𝑑𝑎𝑛 𝐺𝑎𝑙𝑙𝑎𝑔ℎ𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora