8.ALGUIEN

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Después de eso, subí a mi habitación un poco más contenta. Me sentí con energía y hasta hice mis deberes para el fin de semana. Comí golosamente mi plato de lentejas, y eso que las odiaba.

Una vez hube comido, volví a mi habitación a leer y estudiar y, antes de cenar, fui a darme una ducha. Fue entonces cuando, al quitarme los pantalones, me di cuenta de que había un papelito doblado en uno de los bolsillos traseros de la prenda. En él estaba escrito un número de móvil. ¿Cómo había podido llegar el papel hasta allí? ¿De quién era ese número?

De repente me volvió a la mente el abrazo que le había dado a Charlie esa mañana. En ese momento él había colocado sus manos en mi espalda, de manera que con solo bajar un poco había podido tener la oportunidad de meterme el papel en el bolsillo tranquilamente. Total, con el mareo y el montón de sensaciones del momento seguro que no me habría dado cuenta.

Sí, seguramente era de Charlie, aunque me daba mucho corte llamarle o incluso mandarle un mensaje. De momento, esperaría.

El domingo por la tarde aún no le había llamado o había hecho uso alguno del número. Entonces se me ocurrió que quizás Charlie había querido saber mi número pero no se había atrevido a pedírmelo. Aunque aún visto de esa forma no estaba muy convencida, decidí mandarle un mensaje tan solo para que supiera mi número y pudiera contactar conmigo cuando quisiera.

"Hola, soy Leila" escribí. De esa manera, también podría asegurarme al cien por cien de que el número pertenecía a Charlie ya que si sabía de quién se trataba el mensaje me respondería y, si no, probablemente no me responderían o me preguntarían algo más sobre mi identidad.

Me sorprendió incluso a mí el ansia con la que esperaba cualquier respuesta al mensaje. Al fin y al cabo, era la primera vez en mucho tiempo que me escribía con alguien que no fuera un familiar o por alguna causa que no fuera urgente.

Al cabo de dos horas que parecieron interminables, por fin obtuve la respuesta que había estado esperando:

"¡Hey, Leila! ¡Ya era hora de que escribieras! ¿Te apetece venir a mi casa alrededor de las seis? Los demás también estarán."

Le dije a mi madre que iba a terminar un trabajo en grupo en casa de una chica, ya que la biblioteca estaba cerrada los domingos y no se me ocurría ninguna otra excusa que fuera lo bastante creíble.

Llamé a la puerta de la casa de Charlie acuradamente, con vergüenza. Pero su madre me volvió a recibir muy abiertamente indicándome que vayase al sótano, donde estaban los demás.

Todos me saludaron con amplias sonrisas e incluso un par de abrazos. Al cabo de unos minutos ya no me sentía tan insegura y creo que hasta los chicos se percataron de que no me comportaba de manera tan tímida como otras veces.

Charlamos un rato sobre la escuela quejándonos de los profesores, sobre la música, sobre tipos de instrumentos... Luego Roberto dijo:

-Bueno, ¿qué? ¿Tocamos algo?

-¿Te... tengo que volver a cantar?-pregunté yo, nerviosa.

-A no ser que toques algún otro instrumento... -dijo María.

-No, la verdad es qué no sé -dije tocándome la nariz, gesto que hacía siempre que estaba nerviosa-. Aunque me gustaría aprender a tocar la guitarra -miré tímidamente al suelo después de confesar eso. No sé porqué, me daba mucha vergüenza hablar de lo que realmente quería hacer con la gente. Quizás era porque me daba miedo como reaccionaran, si se burlaban o me tomaban por loca. Aunque no hubiese motivo, el caso es que no me sentía nada cómoda haciéndolo.

-Bueno, luego lo hablamos sobre como podemos arreglar eso. Ahora, ¡manos a la obra! -contesó Estela.

Tocamos una canción llamada Somebody/Alguien, la cual hablaba de luchar por tus sueños, de luchar con los que estén a tu lado, de que algún día juntos seríamos algo...

Entonces... ¿ellos eran mis amigos? ¿Me querían? ¿Les quería? ¿Algún día seríamos una banda de verdad, seríamos quién o lo que quisiéramos y cumpliríamos un mismo sueño juntos? No era imposible.

Hacía mucho tiempo que no era ni un poco optimista, así que intenté disfrutar ese momento, convencida de que a partir de entonces todo iba a ir tan bien como había ido las últimas semanas.

Es verdad que siempre hay un destello de esperanza cuando todo nos parece oscuridad, pero también es cierto que siempre hay un punto de miseria entre la luz.

LEMON HEAD (Spanish version) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora