22.CAYENDO

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Pequeñas Estrellas se grabaría y emitiría en directo semanalmente, cada sábado por la noche. Y pronto empezaríamos.

Éramos catorce grupos, dos de los cuales seríamos eliminados en cada programa, así que nos estaríamos unos dos meses y medio trabajando en él... Eso si llegábamos a la final, claro. Algunos se marcharían más temprano, otros más tarde.

Todos estábamos nerviosos pero también emocionados. La verdad es que lo más importante para nosotros era pasarlo bien y disfrutar de esa experiencia. Aunque, obviamente, también nos importaba ganar, y más ahora que ya nos habían dicho cual era el premio: la posibilidad de grabar un disco con una importante discográfica con todos los gastos de producción y material en sí pagados, además de una gira asegurada por toda España.

El único problema que le veíamos a todo eso era el instituto. Los profesores habían sido comprensivos, sí, pero no lo suficiente. Seguramente sería bastante agobiante tener que conpaginar los estudios con la preparación y realización del programa durante esos dos meses y medio.

Una mañana, al despertarme, mi madre me contó algo que me dejó atónita.

Mi padre por fin tenía fecha para un juicio. Ella iría a hacer de testigo y me preguntó si yo también quería ir. Mi respuesta fue negativa. Era algo muy delicado y, depende de la sentencia, podía ser doloroso, así que no me apetecía nada ir.

La primera semana antes de la primera emisión del programa fue bastante estresante, supongo que nos tendríamos que acostumbrar.

Teníamos que estar des de las cinco y media hasta las ocho y media al plató, situado en una ciudad a una media hora de coche del pueblo, a ensayar. Nos dirigía siempre el mismo hombre, asesorándonos y ayudándonos tanto en técnica como en coreografía.

Para esa primera gala del programa elegimos la canción Ain't It Fun de, un vez más, Paramore.

Era la tarde del martes de justo la semana de la primera emisión, y por lo tanto nuestra primera actuación, de Pequeñas Estrellas cuando supe la sentencia de mi padre, el juicio del cual había sido el día anterior.

Después de muchísimas investigaciones y pruebas, se había demostrado que su compañero de trabajo no era el único culpable del caso.

Los dos pertenecían a una organización mafiosa de narcotráfico en la cual se habían metido voluntariamente cuatro años atrás.

El día en que los pillaron les habían encargado entregar esa droga a algún sitio de al norte del país, que es donde se dirigían cuando se encontraron con el control de vehículos en la carretera.

Todo eso significaba que tendría que acabar de cumplir su condena y estarse los tres años restantes que le quedaban en prisión.

Pero eso no me entristeció, no, ahora el sentimiento que me invadía era la rabia. Estaba enfadada. Muchísimo. Mi padre no era de esa clase de personas. Lo había hecho por dinero, pero no dinero necesario.

Y lo había estropeado todo.

Cuando él estaba en casa no teníamos ninguna clase de problemas económicos. ¡Hasta nos podíamos permitir algún pequeño capricho, de vez en cuando! Pero él no tenía suficiente, quería más. Quizás para hacer algún viaje juntos, poder comprarnos más cosas nuevas o incluso comprarse cosas para sí mismo pero ¡eso no le excusaba de nada!

Ahora, por culpa de eso, mi madre se las había tenido que arreglar para encontrar y conseguir un trabajo esclavo y agotador para, almenos, no pasar hambre.

Me parecía algo muy pero que muy egoísta. La rabia me consumía, sentía la sangre hervir en mis venas y subir hacia mi cara.

Esa tarde, tan pronto como mi madre me lo hubo explicado todo, me fui de casa, a pasear. Necesitaba tomar un poco el aire.

LEMON HEAD (Spanish version) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora