Tal y como era de esperar, los demás también se tomaron las noticias de Estela con comprensión e incluso cierto entusiasmo.
Pero, al parecer, ella no era la única que había encontrado el amor.
Esa tercera semana fue una de las más maravillosas de entre todas las que hubieron durante nuestra participación en Pequeñas Estrellas. Al menos des de mi punto de vista.
Tercera semana. Quedaban diez grupos en pie. Uno de ellos, nosotros. ¿Nos iría bien, el siguiente programa? ¿Hasta dónde llegaríamos? Ojalá ganáramos...
Pero la intensidad y las diversas sorpresas que esa bonita semana me tenía preparadas hicieron que mi mente dejara bastante de lado el tema del programa junto a mis dudas y preocupaciones respecto a ello.
La primera escena emocionante dio lugar muy pronto, tan solo el lunes siguiente de haber ido a casa de Estela junto a Roberto.
Curiosamente y por suerte, ese día no me se me hizo tan largo y pesado como me pasaba todos los lunes de la semana. Antes de que pudiera darme cuenta, el timbre que sentenciaba el final de las clases hasta el día siguiente ya estaba sonando emitiendo esa insufrible y monótona melodía que se convertía en casi un himno de libertad al final del día.
Como ya sabéis, a veces me encontraba a alguno de mis amigos esperándome frente a la puerta de mi instituto, ya que su horario era diferente y terminaban las clases un poco antes que yo. Ese día no me encontré a ninguno de ellos. Pero me encontré a Víctor.
Lentamente y muy nerviosa, caminé hasta quedar en frente de él.
-Hola -le saludé-. ¿Qué haces aquí?
-Quería verte. ¿Vas andando a casa?
-Sí.
-Pues te acompaño- sonrió, acercando su rostro al mío hasta que nuestros labios se unieron.
¿Pero qué hacía? ¡Había mucha gente allí! Notaba como casi todas las miradas se clavaban en nosotros. ¡Qué vergüenza! Podía escuchar murmullos y comentarios susurrados.
Nos fuimos caminando cogidos de la mano. Al principio permanecimos en un silencio un tanto incómodo. Luego empezamos a hablar. Nos contamos cómo nos había ido el día, él se quejó de la enorme cantidad de exámenes que tenía esa semana, hablamos de Pequeñas Estrellas...
-¿Y qué canción vais a tocar, esta vez?
-No pienso decírtelo, ya lo verás -dije con una sonrisa.
Ya casi habíamos llegado delante de mi casa, por entonces.
-Bueno, yo también tengo que irme a casa -Víctor empezó a despedirse-. Adiós, Leila. Te quiero -terminó plantándome un suave beso en los labios.
-Y.. yo también te quiero -dije aún sin haber asimilado lo que acababa de oír.
"Te quiero" me había dicho. "Te quiero". Esas dos palabras se repetían dentro de mi mente una y otra vez. ¿Desde cuando me había vuelto tan cursi? Sabía la respuesta: desde Víctor.
Afortunadamente, los acontecimientos de esa tarde no me distrajeron demasiado a la hora de ensayar. De hecho, solo con ese primer ensayo ya llevábamos bastante bien gran parte de la canción que habíamos escogido.
El martes por la tarde no tenía deberes por hacer, ni tampoco habíamos quedado para ensayar, con los chicos. Así que fui al local a pasar el rato. Aunque no encontrase nadie allí, podría leer, tomar un refresco y descansar un poco.
Como era de suponer, no había demasiado movimiento allí. Tan solo estaban el chico de la barra del bar y Evelyn, esta última sentada en una de las mesas del fondo escuchando y mezclando música con uno de sus programas para cosas de DJs.
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LEMON HEAD (Spanish version) #Wattys2016
FanfictionUna vez, Leila descubrió una película llamada "Lemonade Mouth" que le cambió la vida completamente. Su sueño es conocer a los actores de la película, el director y el escritor de los libros en los que está basada algún día. Pero ningún sueño se cump...