31.EL BARCO HUNDIÉNDOSE

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Dio la casualidad de que, por suerte nuestra, esa semana eran vacaciones y no teníamos que ir al instituto.

Aún así, la presión y el estrés siguieron presentes en nuestro día día. No hacíamos nada más que ensayar. La final de Pequeñas Estrellas estaba cerca, y nos ponía a todos bastante inquietos.

Hubiera echado muchísimo de menos a Víctor si no fuera porque, de vez en cuando, asistía a nuestros múltiples ensayos en el sótano de Charlie. Evelyn también venía a menudo. Hacían de público y comentaban con la intención de ayudar. A pesar de ser el novio y la novia de dos de nosotros, eran muy directos y sus críticas solían ser muy objetivas y sinceras. "Creo que María se está demasiado quieta y estática" decía Víctor. O "Roberto, esa parte no te sale muy bien" anunciaba Evelyn", "La cantante ha desafinado, ahora" volvía a comentar mi chico. "Charlie, si no repites otra vez, no te saldrá".

La verdad es que muy equivocados no estaban, ya que Pablo, nuestro mánager personal que nos orientaba y guiaba durante la preparación y realización de cada programa, nos corregía aspectos similares. Menuda suerte, tener a esos tres.

El miércoles por la tarde no ensayamos todos. Yo, agotada, me permití descansar igual que María y Roberto. Pero cada uno por su cuenta. Pasé la mayor parte de la tarde en mi cama leyendo, hasta que empezó a oscurecer. Ya estábamos a finales de Mayo, así que no hacía demasiado fresco y el sol aún tardaría un par de horas más en esconderse por completo detrás del horizonte.

Mi madre no presentó objeción alguna con que saliese. Ya en la calle, empecé a caminar hacia el Parque del Limonero, pero al cabo de un rato cambié de dirección.

Sabía donde vivía Víctor, pero nunca había ido a su casa. Aunque, en pensarlo, me di cuenta de él tampoco había entrado en la mía. Tampoco sabía si estaría allí o si le molestaría que me presentara sin avisar.

Llamé al timbre y esperé. Al cabo de un rato, un chico me abrió la puerta. Era David, el hermano mayor de Víctor y director del local.

-¡Hola! -me saludó alegremente. Total, ya nos conocíamos-. Víctor está en la sala, entra.

Tímidamente, pasé por su lado y lo seguí a través del pasillo que daba a una amplia sala de estar con un largo y cómodo sofá en el que estaba sentado mi novio. Me acerqué a él y le regalé un suave beso en los labios.

-Esto... Voy a arriba, a estudiar -anunció su hermano señalando unas escaleras situadas a un lado, para dejarnos un poco de intimidad.

Una vez cesó el sonido de sus pasos, Víctor habló:

-Bueno, ¿qué quieres hacer?

-No sé... -contesté nerviosa. Es cierto que ya llevábamos un par de semanas juntos y cada vez había más confianza entre nosotros, pero era la primera vez que estaba asolas con un chico en su casa.

-¿Te apetece ver una pelí? -preguntó.

-¿Como cuál?

-No sé, ¿Titanic? -propuso poniéndose rojo.

Nunca había visto esa película, pero por lo que sabía, tenía un exceso de azúcar. Y aunque nunca me habían gustado las películas de amor, me pareció tierno que quisiese hacer algo romántico, así que acepté.

La película fue larga y un poco pesada. Creo que hasta llegué a dormirme sobre su hombro en algunas escenas. Pero los besos mezclados con las saladas y ricas palomitas que hicimos antes de poner la película me entretuvieron un poco.

-Yo también arriesgaría mi vida por ti -comenté una vez terminó

-Yo también. Haría cualquier cosa por ti. Te quiero mucho, Leila -contestó Víctor besándome la frente.

Luego nos dormimos abrazados en el sofá.

LEMON HEAD (Spanish version) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora