xlii. Nueva York

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NARRADOR OMNISCIENTE

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NARRADOR OMNISCIENTE

Pryxtine se encargó de hacer su tarea durante la semana antes de ir por Flamel, en cuanto Dumbledore le habló de la misión ella investigó fuentes confiables que la pudieran ayudar, se contactó con una amigo de la familia, Scamander.

Había establecido contacto con él para saber su paradero y que guardara la piedra filosofal un tiempo, Dumbledore ni siquiera sabía de eso, tendría que trasladarse a Estados Unidos el sábado y regresar el domingo por la noche.

En la mañana despertó con el brazo de Tom sobre ella, giró a verlo y no podía creer lo afortunada que se sentía pero al mismo tiempo arrepentida, ella sabía todo acerca de él y todo lo que era capaz de hacer. Dudaba, aunque le doliera, que Tom podía utilizar su magia y a ella para sus planes, era su pareja y su cómplice pero no compartían las mismas ideas acerca de los Muggles y el poder.

— ¿En qué piensas?— dijo Tom aún con los ojos cerrados tranquilamente.

— En lo mucho que me haces feliz— cubrió sus pensamientos con una pequeña verdad.

— Eres muy poderosa, Pryx, pero aún así no me puedes mentirme a mí— abrió los ojos topándose con los de ella, se estremeció al sentir el color avellana de sus ojos y suspiró levemente ante la pequeña sonrisa que él le dió — sé que dudas de mi.

Pryxtine dió un leve salto ante las declaraciones del mago.

— ¿De qué hablas?

— Sé que no me querías decir de tu poder en cuanto lo descubriste, ni tus clases con Dumbledore y sé que tampoco me quieres decir muchas cosas al respecto por miedo a que te utilice en mis planes — dijo acomodándose mejor para estar cara cara a ella.

— No te puedo mentir Tom— dijo rendida— Te he visto hacer grandes cosas y visto tanto que aún no lo puedo creer, que la persona que amo y que me conoce tanto haga esas cosas contra gente inocente, que sus planes sean tan crueles y que aún así no puedo detenerlo.

Una lágrima cayó deslizándose por su mejilla del sentimiento de al fin poder sacar todos esos pensamientos que llevaba y la atormentaban cada día. 

Tom la apartó con la yema de su pulgar acariciando la sin ningún resentimiento ante sus palabras, él sabía que todo eso era cierto y no es nada que no supiera que ella pensaba.

— Nada de esto es culpa tuya y no te voy a obligar a estar en mis planes— le dió una sonrisa reconfortante — No quiero que sufras nunca, ni por mi, ni por nadie. Tampoco te voy a utilizar, tienes mi palabra. Ten seguridad que jamás lastimaría a la única persona que le importo y que amo.

Pryxtine sonrió sin mostrar sus dientes y lo besó, ella sabía que no se equivocaba en estar con él, sabiendo el monstruo que era.


ℭ𝔥𝔞𝔫𝔤𝔦𝔫𝔤 𝔱𝔥𝔢 𝔖𝔫𝔞𝔨𝔢;𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora