xxviii. Abrázame

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 Advertencia, escenas sexuales.


NARRADOR OMNISCIENTE

Tom no había dejado de pensar en la idea de que algún día Pryxtine se cansaría de él y lo abandonaría, tenía su mente demasiado ocupado en eso que se había olvidado por completo del guardapelo, seguía en su cuello y cuando no pensaba en qué hacer con Pryxtine, su mente se ocupaba de el, no estaba funcionando como quería, estaba demasiado enojado porque la magia que usaba no estaba funcionando por primera vez. 

Merlín, ¿por qué me haces esto? 

Se repetía una y otra vez en su mente sin tener una solución o respuesta. 

Después de un rato se dio cuenta cual era el punto más débil de Pryxtine, la familia, ella haría cualquier cosa por su familia, en eso no había duda, era demasiado noble y leal a su familia a pesar del dolor y todo lo que ha pasado con ellos a través de los años, incluso sé que defendería a la misma Lucretia con su vida. 

Esto llevaría tiempo y tenía que hacerlo en el momento adecuado.

Ya había pasado varias semanas desde que ocurrió aquel incidente en la sala de los menesteres, Pryxtine se había vuelto más fácil de controlar porque obedecía a todo lo que  Tom demandaba sin titubeo alguno, y el día del plan cada vez se acercaba y Tom lo recibiría con ansias.

Tom se encontraba desesperado observando el techo de su habitación, llevaba horas intentando dormir pero no podía, cada día era así, unas ojeras se asomaban por debajo de sus ojos oscuros y todos le preguntaban si estaba enfermo, estaba cansado de recibir esos comentarios y de no saber por qué le estaba pasando todo eso, pensaba que era por Pryxtine porque solo eso pasaba por su mente antes de caer en sueños para volver a despertarse por las punzadas en su pecho, cansado,  se paró de su cama y salió de su habitación a altas horas de la madrugada.

A pasos sigilosos recorrió los pasillos y escaleras para llegar la habitación de Pryxtine, por el momento tenía que actuar como si nada lo preocupase.

—¿Qué haces?—preguntó Pryxtine un poco adormilada viendo a Tom confusa que había movido su hombro para despertarla—¿Qué hora es? ¿pasa algo?— preguntaba confundida por la presencia repentina de Tom sin obtener respuesta.

—Vamos a nuestro lugar, son las dos de la madrugada— dijo Tom como si de algo normal se tratara.

Pryxtine lo pensó unos segundos tratando de asimilar que no era un sueño y que no quería retarlo a estas horas, no se sentía nada bien después de lo que había pasado. Sin reclamo alguno, se paró de su cama sin hacer ruido y siguió a Tom fuera del dormitorio.

—¿Qué necesitas a estas horas?— dijo Pryxtine sin mirarlo tan siquiera en cuanto se cerró la puerta detrás de ella. Tom se había sorprendido un poco de que le había dejado de llamar por su apodo Tommy.

—Solo quería pasar tiempo contigo— se excusó, y no era mentira, él sentía unas deseosas ganas de verla, pero no quería admitir que la extrañaba y que necesitaba a la cariñosa Pryxtine como antes. 

Que extrañaba que le acariciara el pelo mientras lo abraza, cada vez que lo besaba le tocara  la mejilla como si se tratara del pétalo de una rosa, hasta le encantaba que lo abrazara de repente sin motivo alguno frente a los demás solo porque le nacía, pero sus abrazos no eran cualquier cosa para Tom, podía canalizar los sentimientos de Pryxtine en cada abrazo, la necesidad, cariño y amor en cada uno de ellos sin la necesidad de las palabras.

Pronto, Tom recordó que hace más de tres semanas que Pryxtine no lo abrazaba. Podía sentir que ya no se trataba de hacer el amor, que ella ya no lo disfrutaba y no había nada mutuo. También podía oír sus sollozos en cuanto la dejaba en su cuarto cuando el día acababa para ellos, se quedaba horas escuchándola llorar a través de su puerta buscando alguna sensación de arrepentimiento que no lograba encontrar. 

ℭ𝔥𝔞𝔫𝔤𝔦𝔫𝔤 𝔱𝔥𝔢 𝔖𝔫𝔞𝔨𝔢;𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora