viii. No es como yo pensé

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NARRADOR OMNISCIENTE 


Tom se encontraba en la sala común como siempre leyendo, era tarde, ya había pasado el toque de queda, el sueño no le entraba por ningún lado, sacó su diario y unos cuantos libros más que encontró en la sección prohibida empezando a hacer anotaciones de aquellos libros de magia negra hasta que unos pasos en las escaleras lo hizo desconcentrarse pensando que tal vez era un prefecto.

Se sorprendió al ver a Pryxtine que traía una bata de dormir y abajo su camisón. Ella había bajado porque una terrible pesadilla se cruzó en el bello sueño que Morfeo le estaba dando.

— ¿Qué haces aquí tan tarde?— preguntó valiente ella fingiendo no estar adormilada, había pensado que no tiene por qué tenerle miedo a un simple chico.

— Por si no te has dado cuenta, estoy ocupado— contestó Tom lo más frío que pudo para después seguir escribiendo en su diario. Ella hizo caso omiso y se sentó a un lado de él en el sofá, no podía dormir, y ya no podía ir con Orión porque estaban sus amigos y ya era demasiado grande para hacer eso, ella trataría de ignorar la presencia de aquel chico que tanto la ''odiaba'', no quería discutir a altas horas de la noche después de una terrible pesadilla — ¿Y tú qué haces despierta? Deberías de dormir— ­dijo él sin pensar ya que no sabía cómo actuar con ella a solas, no habían vuelto a estar en esa situación después de la última vez ya que se evitaban.

Ella se percató de la mínima preocupación que tuvo Tom, a Pryxtine le sorprendió eso, aun así trato de disimularlo.

— No podía dormir, así que baje a ver si me daba sueño– y era verdad, ella no podía agarrar el sueño después de despertar abruptamente.

— Bien— dijo seco, empezó a recoger los libros y su diario para retirarse, ya no podía estar momentos a solas con aquella chica sin sentirse culpable por juzgarla de algo que no era.

— No te vayas— la suave voz de Pryxtine hizo eco en su cabeza haciendo que parara —Te puedes quedar si quieres, mantendré mi gran bocota de traidora de sangre cerrada— ella había mencionado uno de los insultos que él le había soltado por los pasillos del colegio desde entonces. Tom no pudo evitar sentirse un poco arrepentido por eso.

Tom la había llamado así por ayudar a un chico de primer año de Hufflepuff que había salido apenas de un castigo con Flitch, ella lo consolaba como si una madre protegiera a su hijo, a Tom le conmovió esa escena, aun así no se lo permitió, ni mucho menos se iba a dar el gusto de admitir que se veía tremendamente hermosa ese día, así que se reprimió insultándola como siempre hacía cada vez que veía una escena así y ella era la protagonista.

No dijo absolutamente nada y se sentó a un lado de ella, Pryxtine tenía sus pies descalzos arriba del sofá mientras los rodeaba con sus brazos y tenía su barbilla apoyada en sus rodillas mientras miraba el fuego verde de la chimenea.

La miró por unos segundos pero rápidamente apartó la vista viendo hacia la venta que se encontraba a un lado de él, vio como el calamar gigante pasaba por ahí seguido de un Grindylow que jugaba con la cola del calamar.

— Aún sigo sin entender por qué me odias— soltó ella de repente haciendo que Tom se sobresalte un poco por la pregunta de ella pensando que cumpliría su promesa de mantener su boca callada —Entiendo que mi hermana y mi madre me odien— soltó una risa amargada — Aunque tú también odias casi todo a tu alrededor.

ℭ𝔥𝔞𝔫𝔤𝔦𝔫𝔤 𝔱𝔥𝔢 𝔖𝔫𝔞𝔨𝔢;𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora