[65] No le digas a nadie, por favor.

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El día de mi decisión llegó y yo fui hasta el lugar el que debía.

Estaba 90% de que quería hacerlo y el 10% restante eran algunas dudas que me quedaban, me dieron una atención excelente y me hicieron tomar analgésicos un momento antes. Estaba nerviosa, estaba muy nerviosa y eso me veía en el rostro con determinación, más nerviosa no era señal de arrepentimiento ni inseguridad. Unos minutos atrás había estado hablando con Caleb por mensajes y le pedí que en una hora pasara a recogerme en un lugar, y entonces le mandé la dirección de mi ubicación mientras esperaba a que los médicos que harían el procedimiento entrarán a la habitación que me habían pasado, la cual estaba llena de instrumentó médicos de los cuales desconfiaba.

Las paredes blancas solo aumentaban mi nerviosismo.

¿Por qué estas en una clínica abortiva?


En realidad es un centro de planificación familiar…


Y clínica abortiva, Max. ¿Qué no me has dicho?


Solo ven en una hora, Cal, por favor.

—Bien, Maxine —una mujer entró en la habitación, no era la doctora Wallis, esta era pelinegra y se veía unos años mayor que la que me había atendido hace unos días—, mi nombre es Marie, seré la doctora a cargo de llevar este aborto y que todo salga bien. Es un proceso rápido y sencillo para nosotros, mis colegas son la enfermera Rose y Allison, ¿tienes algo que quieras decirnos antes de iniciar?

Meneé mi cabeza negando y siguiendo con la mirada como una de las dos mujeres, con el mismo uniforme de médico de color rosado buscaban algunas cosas, entre ellas lo que pude ver era una jeringa con anestesia. Tras unos segundos, miré a la doctora.

—Que no me vaya a doler, por favor —le pedí.

Dios, que estúpida era, que estúpida sonaba.

La doctora me regaló una sonrisa.

—Tranquila, todo saldrá bien. Necesito que te recuestes y no estés tensa, generalmente cuando la paciente esta tensa suele sentir más el procedimiento de lo que hacemos. ¿Eres muy nerviosa? Si quieres podemos aplicar sedación además de la anestesia, estarás consciente pero relajada.

Definitivamente necesitaba eso.

—Si, por favor.

—Perfecto —la doctora seguía sonriendo, tomó mis manos y me miró a los ojos—, todo estará bien, confía en mi. Suelo hacer varios de estos procedimientos a diario, es algo normal.

Cerré mis ojos y asentí, no iba a tener un ataque de pánico que sentía que me llegaría en cualquier momento. Respiré aire por la nariz y exhalé por la boca con lentitud. Hice caso a lo que la doctora me pidió, recostarme en la camilla y miré las luces blanca del techo.

—Vamos a colocarte la anestesia local ¿vale? Puede molestar un poco —me avisó—, necesito que abras las piernas.

Comenzó con la anestesia, luego agarraron en mi mano una vía intravenosa para la sedación. Tras unos minutos, la doctora se encontraba hablándome, haciéndome preguntas para mantenerme distraída. Mantenía mis ojos en el techo, sintiendo como los nervios bajo control a causa de la sedación luchaban por alborotarse. Llegó un momento en el que sentía incomodidad alli abajo, pero era soportable de una manera, no dolía, solo…  solo era la sensación de que algo estaba ocurriendo y mientras la doctora me hablaba yo realmente no escuchaba su voz completamente.

Padres Inexpertos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora