Extra #1

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Luna de Miel & Sobredosis.

Iba a matar a Lottie.

Juraba por Dios que definitivamente iba a hacerlo un día.

Horas antes de abordar el avión a Zanzibar, después de despertar y darme un baño para arreglarme, busqué mi maleta en el armario de la habitación de hotel, confiada de que, lo que yo había elegido para el viaje, estaría allí guardado. Pero en cuanto abrí la maleta, encontré una nota de Lottie que avisaba había reemplazado todo lo que me había costado un día elegir.

Te amo, ten una sensual luna de miel viéndote sumamente ardiente. No agradezcas el cambio, es necesario. Esto va más acorde con el motivo del viaje y por favor, no vengas embarazada. ¡Disfruta!

Respiré profundo para no llamarla e insultarla, y pensé en la probabilidad de que hubiera dejado algún short o camiseta de lo que yo había elegido, así que, con la esperanza latente, busqué entre los conjuntos de lencería nuevos de Victoria's Secrets, entre los babydolls, los bikinis, los vestidos playeros miniaturas y...

Nada.

No había dejado nada.

Si que iba a asesinarla.

—¿Qué sucede?

Volteé hacia atrás a mirar por encima de mi hombro, Maximilien estaba apoyado en la puerta del baño, con los brazos cruzados, una toalla cubriendo de sus caderas hacia abajo y su cabello humedecido como prueba de que habíamos compartido la ducha hace un momento.

En realidad había sido más que compartir la ducha, pero... ¿Para que entrar en detalle?

Tras el evento de anoche, la certificación de un nosotros, habíamos quedado más que exhaustos que, a diferencia de lo que se podía pensar, la primera noche como matrimonio simplemente nos quedamos acostados, sin hacer mucho.

Había sido algo muy intimo y breve antes de dormir.

—¿Y ahora que? —suspiré, mirándole, mientras él acariciaba la palma de mi mano sin dejar de mirarme.

Estábamos frente a frente. Max sonrió.

—Ahora simplemente continuamos viviendo, juntos —respondió entonces.

—Te amo... muchísimo.

—Y yo a ti, bonita.

Dejó de acariciar mi mano y estiró la suya para terminar colocándome un mechón de cabello detrás de la oreja, luego acarició la piel de mi mejilla y bajó por mi mentón.

Fue un momento tranquilo, mágico, y yo era afortunada. 

—¿Cariño?

Meneé la cabeza volviendo al momento actual en cuanto sentí las manos de mi hombre cerrarse en mi cintura por detrás, su voz suave, baja y en un tono ronco sedujo mi oído antes de bajar con besos húmedos por mi cuello.

—Max...—jadeé.

—¿Qué sucede?

—Ahm...—me debilité en cuanto sus manos se movieron escurridizas hacia el interior de la toalla que cubría mi cuerpo y deslizó una de ellas por mi piel, causando estremecimiento con apenas su toque—, L-lots...—susurré.

—No te escucho.

Bajó la mano por mi costado y dejó caricias llegando al medio de mis piernas, intenté dar vuelta para quedar cara a cara con él, pero me lo impidió, sosteniendo mi cintura con una mano.

—Lotts... cambio... cambio todo lo que, a-ah, estaba en mi... maleta.

Me estremecí en cada oportunidad que su mano se deslizaba hasta mis muslos y rozaba intencionalmente en medio de mis piernas.

Padres Inexpertos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora