[42] Parece que le agradas.

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Buscar a Max Sciotti en Instagram esa tarde después de conocerlo y tener una agradable conversación con él en la que hubo coqueteo, me hizo sentir como una stalker que se llevó un par de sorpresas al hallar su perfil y ver sus fotografías con cuidado de que se me fuera un Me Gusta en alguna publicación de años atrás.

Y vaya, que sorpresas tan peculiares.

Él me había comentado que tenia veinticinco años, que iba por su segunda carrera para sacar un magister y que al igual que yo, había nacido en la ciudad pero sus padres eran italianos que emigraron aunque actualmente estaban establecidos en Italia.

Ver su perfil de Instagram fue apreciar sus fotos: en trajes a la medida de alta costura, sus viajes, sus salidas, su vida, y llegué a la conclusión de que tenia mucho dinero, lo cual no me había sorprendido, lo sospeché desde que noté el reloj de oro en su muñeca. Entonces descubrí gracias a su biografía que era el presidente de la sede local de Sciotti ISEC, una compañía internacional de servicios energéticos que lideraba el mercado por su política de trabajar solo con energía renovable.

Él literalmente seguía estando bastante joven y ya era un empresario exitoso, según pude ver, porque no me habló de eso durante nuestra conversación antes de que se disculpara conmigo porque tenía que irse, aunque antes me quitó mi numero telefónico pero aún no tenía ningún mensaje o llamada suya.

Me pregunté cómo seguía soltero, no tenía fotos con mujeres más allá de quien parecía ser su madre, su abuela y su hermana. Guapo, de personalidad divertida, cautivante, exitoso y con metas en la vida, de esos ya no habían, eran muy pocos y había que buscarles con lupas.

No me quería sentir como una colegiala, pero así era literalmente como estaba sintiéndome. De pronto mi teléfono sonando quitó la foto de Max en una montaña que estaba viendo y el nombre de Luka abarcó la pantalla, causándome blanquear los ojos antes de deslizar mi dedo para responder la llamada y desvié la mirada a Sky en la silla para comer mientras ella me miraba y movía con una mano el juguete que sostenía entretenida, una sonaja.

El pediatra me había dicho por la tarde, cuando fui a consulta con ella, que ya podía comenzar a darle frutas de a poco para que probara, al igual que algunas verduras, papillas y purés, y le iba a dar de probar un puré de manzana, pero solo un poco, el doctor Davenport dijo que con tres cucharadas para iniciar sería suficiente.

—¿Si? —pronuncié, atendiendo la llamada y yendo a buscar al refrigerador el puré porque después de prepararlo lo puse a enfriar unos minutos.

—¿Qué tal tu primer día de universidad, Maxie?

—Bastante bien, la verdad, me gustó. Es justo lo que necesitaba —respondí, omitiéndome a cierta persona. Luka no necesitaba saberlo todo—, ¿y tú, qué tal?

Le escuché suspirar.

Exhausto —murmuró—, pero podría ser peor. Tendremos unos días libre la semana que viene, nos presentaremos en un programa televisivo en Australia y estaremos en casa unos días, muero por ver a Kiki. ¿Cómo esta?

Tomé una pequeña cucharilla del estante en el que estaban y me acerqué a ella, quitándole el chupete para dejarlo sobre la mesa a un lado.

—Ella esta creciendo —respondí, observándola sonreír y agarrarse las manitas porque se le cayó la sonaja—, y esta preciosa.

¿Puedes poner el altavoz? —me pidió—, no, no, mejor espera. Te marcare por FaceTime, solo dame un segundo.

Cortó la llamada y de manera inmediata volvió a llamar, esta vez por FaceTime y en cuanto atendí, su rostro apareció en la pantalla del teléfono y acomodé el iPhone frente al rostro de Sky a una distancia que ella no pudiera alcanzarlo.

Padres Inexpertos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora