[4] Un mal sueño en la sábana africana.

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Desperté por la mañana sintiendo un espacio vacío junto a mi y al abrir los ojos encontré con que Cal no estaba, sin embargo, ese lado de la cama tenia su aroma impregnado y al incorporarme perezosamente en la cama vi sus jeans tirados sobre el piso de madera oscura.

Seguía aquí.

Me mordí el labio inferior reteniendo una sonrisa y me coloqué de pie para ir al baño, vestía únicamente su camisa de anoche, de Pink Floyd con algunos agujeros porque decía que de esa manera era más guay. Observé mi reflejo en el espejo, mi cabello desastroso esparcido por todo mi rostro en mechones ondulados y un poco rebeldes que recogí en un moño mal hecho; cepillé mis dientes, descargué mi vejiga y lavé mis manos antes de salir de allí con rumbo a la sala.

Había un ligero aroma a café en el espacio que me guio del pasillo hasta la cocina y le encontré allí, detrás de la barra, con su ancha espalda siendo la primera primicia de mi mañana. Avancé por el lugar con pasos lentos y terminé apoyando mis codos sobre la isla y le vi llevarse una taza de café a los labios.

—Buenos días, guapo —le dije para hacer notar que estaba despierta. De inmediato se dio vuelta y una sonrisa deslizó sus labios.

—Max...—siseó. Mi nombre de sus labios se escuchaba tan deliciosamente bien que era una dicha para mí—, hice algo de café, ¿quieres un poco?

Meneé mi cabeza negando y paseé mis ojos por su torso, abdomen y brazos desnudos. Su piel caramelo tenia varios tatuajes con significado, como el nombre de su hermana y la fecha de nacimiento de su madre, una herradura de la buena suerte, un escudo como el del logo de Lost Kingdom y una pluma.

A Caleb le costaba un poco abrirse y dejar ver sus sentimientos a causa de la Alexitimia, aunque las terapias estaban ayudándole muy lentamente y los resultados positivos comenzaban a aparecer, aunque se le complicara hablar de lo que sentía y la mayoría del tiempo era un inexpresivo que no le daba importancia a nada.

Pero conmigo... conmigo era diferente, aunque fuese un desafío algunas veces.

—¿Cómo amaneciste? —le pregunté, queriendo pasar mi mano por su cabello esponjoso.

—Bien... supongo —se encogió de hombros, y me observó de pies a cabeza notando que vestía su camiseta, entonces deslizó una sonrisa—, ni creas que te la vas a quedar.

Me señaló. Yo solté una risita.

—Pero si ya es mía —presumí.

—Ah-ah, eso si que no.

Cal dejó la taza sobre la isla y la rodeó viniendo hacia mí. Le esperé con ansias y sus manos se posaron sobre mi cintura cuando llegó hasta aquí, le eché una mirada retadora, de esas desafiantes que sabia que le gustaban y ensanché una sonrisa provocativa.

Sus manos ascendieron arrastrando la camiseta consigo.

—¿No me la vas a dejar? —murmuré, él negó con la cabeza—, entonces terminamos.

—¿Ah sí? Pero si no puedes vivir sin mí —hubo un tono de arrogancia en su voz, y en efecto, Cal era un poco arrogante y tenia esa actitud de "Todo-me-vale-verga" que... me mataba.

No había otra forma de describirlo, era metafórica y literalmente, a mi me gustaba su lado arrogante y a él le encantaba mi lado ególatra. Había relaciones extrañas como la de Asher y Lottie, luego habían relaciones normales y muy de ensueño como la de Zach y Sally, y luego... luego estaban las relaciones como las de Caleb y la mía.

Tenia que admitirlo, no era ni buena ni mala y estábamos en el momento, no pensando en el futuro, solo en el presente.

Cal se inclinó a mis labios y los tomó, mordió suavemente mi labio inferior y subí mis manos a mi cabello. Si bien estaba siendo egoísta al querer disfrutarle antes de que me odiara, también estaba siendo una masoquista antes de tiempo, porque mientras más tiempo tardara en decirle, más terminaría doliéndome cuando me alejara de él.

Padres Inexpertos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora