[73] El desastre en el que me convertí.

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Luka

—… Watch days turn to night and I wonder if that was our last goodbye, all our conversations in my head, theyʼre running in circles repeating what we said. I can’t let go what we were… no I can’t, I can’t, I can’t. 

Afinqué la guitarra en mi pierna y me estiré un poco hacia adelante para escribir en la hoja los versos vagos que venían a mi cabeza con el ritmo suave de la melodía que producía en la guitarra.

Componer, dar ritmo a palabras, ideas y lo que habitaba en mi cabeza siempre había sido uno de mis escapes. Volví a acomodarme la guitarra tras dejar el lápiz sobre la hoja y con la uña de la guitarra volví a dar la misma tonada rítmica.

We used to be everything now weʼre not even friends or anything and I know it’s because of me but I canʼt let go, no I can’t let go... and I know I fucked up and you don’t wanna know about me anymore but I can’t let go, no I can’t let go, no, no, no, everything I recently lost, memories from two of us I just only canʼt let go… how even can I? The story of my life is close to yours, our past is haunting me and thereʼs not a me without a you in this line.

Escuché las puertas del ascensor abrirse y levanté la mirada dejando de tocar, disimular la sorpresa en mi rostro al ver a mi gemelo cruzando las puertas metálicas y poniendo un pie fuera del elevador fue imposible. Rory Akil llevaba varios recipientes de comida entre sus brazos, su mirada halló la mía, el fastidio en su expresión era más que evidente y estuve por preguntarle sobre su imprevista visita cuando él abrió la boca.

—Mamá me ha pedido que te traiga esto porque se preocupa de que no estés comiendo bien —comenzó a decir—, claro que le dije que probablemente te estabas hundiendo de la miseria en tu lujoso pent-house y que si te daba hambre probablemente te pedías una pizza o… lo que sea. Pero veo que no estoy tan equivocado del todo.

Con su mano libre señaló la bolsa de cheetos vacía que se encontraba junto al paquete abierto de oreos sobre la mesa de cristal. Mi gemelo arqueó una ceja volviendo su mirada a mi.

—¿Dónde carajos dejo esto?

—En la cocina al fondo —respondí sin realmente querer seguirle el juego de burla.

No estaba en mi mejor momento ni en mi mejor humor. Rory Akil pasó de largo tras darme una mirada exasperada y por un instante desvié mi atención a la hoja con algunos borradores, la tomé y releí la letra, los versos que iban hasta ahora y luego vino a mi cabeza algo que agregar.

Do you remember august? Do you remember that night? When you told me the new, I said everything would be fine and now Iʼm kinda lost missing what we used to be… and now I canʼt let go, no I can’t, canʼt, canʼt let go.

—¡¿Cierto oxigenado pidió un Zach a domicilio?!

Alcé la vista cuando la voz animada de mi mejor amigo sucumbió en el recibidor y ni cuenta me di del momento en que las puertas del elevador volvieron a abrirse una vez más, pero Zach, teñido de rojo otra vez, venía en mi dirección con una sonrisa abierta. Sus ojos tenían delineador y la verdad es que se veia muy guay.

—¿Le has robado el lápiz delineador a Sally? —inquirí con cierta vacilación acompañada por un tono burlón.

—¿Y tu le has robado al grinch su estilo de vida? —devolvió el golpe.

Padres Inexpertos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora