38. Temo perderte y que te pierdas a ti mismo.

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—¿Dónde estabas?

Apenas crucé la puerta del recibidor del pent-house Luka me interceptó interrogándome como a una criminal fugitiva, él estaba sentado al borde de las escaleras vistiendo un suéter grande de color azul que resaltaba sus ojos y tenia entre sus manos una botella de cerveza.

Fruncí el ceño.

—¿No es muy temprano para que estés bebiendo? —pregunté, dejando la carriola de la discordia de Sky a un lado mientras la cargaba a ella.

—No lo sé, en Los Ángeles deben ser como las cinco de la tarde. El jetlag me está afectando horriblemente.

—No es excusa, Lu —murmuré arrugando el ceño.

Él se colocó de pie y vino hasta mí.

—Entonces... ¿Dónde estabas?

—Salí.

—¿Con quién?

—Dios, ¿Qué eres? ¿Mi papá? ¿Un policía?

—Max...—advirtió.

Le di la espalda para dejar mi bolso sobre el sillón que se encontraba en la esquina y luego comencé a ir hacia las escaleras.

—Lo siento por lo de anoche —le escuché decirme—, yo no... quería explotar así contigo, es que... no lo sé, no es tu culpa no corresponder los mismos sentimientos que yo hacia ti y no debí haberte dicho todo eso solo... solo estaba cansado y no medí mis palabras.

Sonó arrepentido, genuinamente arrepentido, como si estuviera sacando una bandera blanca al aire como señal de paz. Acomodé a Sky entre mis brazos y volteé a mirarle un segundo.

—Esto se está saliendo de control, Lu, nosotros —suspiré—, no sé que está pasando con nosotros, pero no es lo mismo y... no me siento cómoda ¿sabes? extraño lo que éramos cuando teníamos dieciséis, no este desastre de personas en los que nos hemos convertido.

Él vino hacia mi con pasos lentos, su mirada fija en la mía y una expresión triste en el rostro.

—Te estoy viendo y no veo a mi mejor amigo —continué diciendo cuando estuvo frente a mi—, veo a un chico que probablemente no estoy reconociendo más y eso me asusta.

—¿A qué te refieres, Max? —preguntó con cuidado, sin dejar de mirarme.

—Temo perderte y que te pierdas a ti mismo.

Sky se quejó con ruiditos y él bajó la mirada hasta ella mientras mantenía el silencio que sucumbió después de mis palabras. Me la quitó de los brazos con cuidado y no dijo nada en los siguientes segundos. Él besó su mejilla y la abrazó con mucho cuidado, y luego me miró devuelta en lo que me cruzaba de brazos.

—¿Te soy sincero? —asentí—, pues me he estado sintiendo perdido desde el año pasado, desde un largo tiempo y nadie, absolutamente nadie se había dado cuenta hasta que esta chica, de manera inesperada pero planificada por otras personas, llegó a mi vida y de pronto ya no me siento tan perdido, ya no me siento tan solo.

La manera en que soltó eso, con la voz suave y un poco dolida, como si realmente estuviera doliéndole decirme todo esto, me hizo sentir de pronto mala amiga porque ¿Cómo no me había dado cuenta en tantos años siendo amigos? Tenia que haberme dado cuenta, tenia que haberlo notado. No supe que decir, me sentí culpable, me sentí terrible.

Me sentí egoísta pero no tenia sentido sentirme de esa manera porque yo era egoísta.

—A ti te amo ¿Vale? Eso no va a cambiar —dijo—, ¿A Sky? Daria mi puta vida y sacrificaría al mundo entero por su bienestar, seguridad y salud porque ella es mi vida entera, pero... no es suficiente, aunque Sky me alegra y es un rayo de luz potente en mi mundo, sigo teniendo esta sensación dentro de mi que es como un vacío sin fondo que no puedo llenar con nada, y entonces Leanne hace que desaparezca.

Padres Inexpertos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora