[7] Un poco de antojos por aquí... un poco de nauseas por allá.

4.4K 562 336
                                    

Tres semanas más tarde, estaba en un vuelo con destino a Los Ángeles.

Dejé salir un suspiro mirando el atardecer en el cielo a través de la ventanilla, en dos días el primer álbum debut de los chicos saldría al mercado como tanto lo habían soñado y yo estaría compartiendo ese momento con ellos. Me deshice de uno de los auriculares donde escuchaba a Green Day y miré como estábamos sobrevolando el océano pacifico.

Una azafata informó que aterrizaríamos en el Aeropuerto Internacional De Los Ángeles en un par de minutos y me abracé a mí misma convenciéndome de que todo estaría bien y sería fácil de llevar.

Solo pasaría una semana aquí, luego debía volver. Intentaba no consumirme en los pensamientos negativos que me carcomían la cabeza, estar en California era una locura y... yo no quería convertirme en el foco de atención por estar con los chicos, sentía como si secreto saldría a la luz y se convertiría en el caos que estaba predestinado a ser.

Luka pasaría recogiéndome, eso disminuía un poco mis ansias.

—Es una preciosa vista ¿verdad, niña? —murmuró la anciana que iba en el asiento a mi lado, al lado del pasillo.

Dirigí mis ojos a ella para encontrarla admirando el panorama y la mezcla de colores pasteles en la que estaba convertido el cielo. Evité rodar los ojos y asentí con la cabeza, la anciana llevaba todas las horas del vuelo hablándome, contándome su vida, para donde iba y porque, resultaba que iría a visitar a su nieto que era un actor de una serie televisiva cuyo nombre ella no se sabía.

Ella llevaba todo el vuelo llamándome niña, me caía pesada y si tuviese que pasar más horas compartiendo asientos con ella, terminaría pidiendo que me cambiasen de lugar porque ya me irritaba.

Busqué entre las conversaciones en mi teléfono el nombre de mi mejor amigo y entré en su chat para enviarle un mensaje avisándole que estábamos a pocos minutos de llegar.

—¿Y ese niño tan guapo? ¿Es tu novio? —curioseó la anciana, al voltear a verla la hallé con sus ojos clavados en la foto que tenia de fondo de pantalla. Una serie que nos habíamos tomado un par de meses atrás en una de sus tantas visitas a Sídney—, que guapo es, tienes buen gusto niña.

—Es... no, es solo mi mejor amigo —le respondí, sin saber porque le estaba dando una explicación.

Volví a colocarme el auricular justo después para no hablar más y no escucharla, aunque ella siguió hablando, lo noté porque sus labios se movían, así que simulé estar atenta a lo que decía, aunque fuese totalmente lo contrario y estuviese disfrutando la canción de Linkin Park que sonaba.

¿Tan difícil era darse cuenta de que yo no quería socializar?

Agradecí internamente en el momento que el avión finalmente aterrizó en tierra firme, mi corazón tuvo un repentino aceleramiento y me vi mareada durante unos segundos antes de bajar. Esperé a que aquellos que tenían prisa se bajaran y fui una de las ultimas en dejar el avión, las azafatas charlaban en la puerta de salida y hablaban sobre su siguiente vuelo, una de ellas me dijo adiós y alcé mis comisuras a modo de despedida.

Fui al área de despacho por la única maleta que había traído conmigo y esperé un par de minutos a que comenzaran a pasar los equipajes, rápida y fácilmente reconocí mi maleta, era violeta y con etiquetas de bandas que yo misma le había adherido con el paso del tiempo.

Detuve mi paso al salir del área de desembarco y miré a mi alrededor sin rastros de Luka, quizás no había llegado aún por mí. Comencé a buscarle con la mirada y no le encontré, instintivamente acaricié mi abdomen por encima de la sudadera de Lost Kingdom que llevaba puesta y suspiré mirando mi teléfono.

Padres Inexpertos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora