[43] No estas tranquila contigo misma y eso no esta bien.

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—Jesucristo, si que esta guapísimo —Lottie flipó al ver las fotos que le mostraba del Instagram de Max—, pero… ¿no es raro? —se volteó a mirarme.

—¿Qué cosa sería rara?

—Es mayor que tu, como por diez años.

—Que exagerada, son solo cinco, no es mucho —resté importancia, porque no era nada del otro mundo—, no lo hagas lucir como si fuera un anciano de setenta años que me triplica la edad.

—¿Por qué saldrías con un tipo mayor? —preguntó—, bueno, además de lo obvio, esta guapo, es el heredero del servicio de energía más importante del país por lo que es millonario y…-

—Y le intereso con Sky incluida —terminé por ella.

—A lo que quiero llegar es  que no es tu estilo —chasqueó, deslizando sus ojos a Sky apoyándose sobre sus rodillas y codos en el colchón de la cama—, sabes perfectamente que ese sujeto no es tu estilo de hombre, no te van los elegantes.

—Osea —murmuré, frunciendo los labios  y arrugué mis cejas un poco desentendida—, ¿no puede gustarme solo porque no entra en el prototipo de los chicos que suelen gustarme?

—Algo así —ella asintió.

—No me parece.

—Seamos claras, Max —Lottie suspiró, incorporándose—, si le has gustado es seguramente de manera física y sexual, no te ilusiones, porque sabemos que después de un par de acostones se dará cuenta de que eres un poco inmadura que sigue enamorada de su ex, el bajista de la banda más admirada en el país, y crucialmente terminara alejándose de ti.

—¿Disculpa? —arrugué mis cejas, cruzándome de brazos—, ¿qué te hace creer que sigo enamorada de Caleb? ¿Qué te da derecho a decir eso?

—¿Sus interacciones? —dudó, pero al mismo tiempo sonó segura.  

—Primero: Caleb está interesado en una sueca, segundo: vete al carajos y tercero: largate, Lotts. No necesito de tu crudeza en este momento, eres una pésima amiga.

—Pero… ¿Qué he hecho? —se quejó, poniendo mala cara.

—Ser tu misma, eso has hecho —respondí—, Caleb es mi amigo ¿vale? Se puede ser amigo de tu ex, solo hay que tener la madurez suficiente para hacerlo.

Mi amiga, que no parecía creerme ni una sola palabra, curveó sus cejas hacia arriba y sonrió burlonamente.

—Como tu digas —chasqueó, colocándose de pie—, hay un par de cosas que debo hacer así que debo irme, te veo mañana cuando lleguen los chicos.

Hice mi mayor esfuerzo por no rodar los ojos y la vi abandonar la habitación, como ella conocía la salida no la acompañé y en cambio me dejé caer en la cama al lado de  Sky mientras cerraba los ojos un instante. Di un respiro profundo, sentí un peso sobre mi pecho y abdomen que me llevó a abrir los ojos y observé a Kiki apoyándose de mi, recargando su peso de mi cuerpo en lo que buscaba subirse a mi abdomen.

—¿Qué pasa, Sky?

Dejo caer el chupete y esbozó una sonrisa adorable. Le toqué la mejilla, apretándola un poco y eso la hizo soltar una carcajada. Alguien estaba de muy buen humor después de haber pasado tres días siendo una amargada llorona por la vacuna que le había tocado el día martes, con la que reaccionó brotándole fiebre y síntomas que no podía decirme pero que el hecho de que llorara mucho era más aviso suficiente de que no se sentía bien.

Tuve que cancelarle a Max ese día, y pensé que se molestaría o algo porque no me respondió, no me devolvió los mensajes ni me llamó, y dije «pues nada, hasta aquí llegó el encanto»

Padres Inexpertos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora