t w e n t y e i g h t

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Jeno

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Jeno

El auto se queda encendido por varios minutos. Aparcado al otro lado de la acera y suspendido sobre el cemento. Es difícil respirar, tengo la nariz y la garganta cerradas a causa del llanto, y me siento impotente, me siento débil.

Sal, Nanami, por favor.

Vuelve... y dime que todo lo que vi no fue real, cuéntame el resto de la historia.

Una y otra vez azoto mis manos sobre el volante, y un grito se escapa de mi garganta, desgarrándome el alma y el pecho. Me cuesta trabajo asimilar lo que acaba de suceder, tantas señales que había pasado por alto y yo seguía pensando que estaba imaginándolo todo.

Nanami no va a salir. Nanami no va a volver. Nanami ya le pertenece a alguien más.

La verdad es que estoy roto por dentro.

Y pensar que estuve a punto de besarla... de perdonarla, de dejar todo atrás de nuevo. No puedo odiarla, pero en este momento juro que lo hago, maldigo su nombre y el de él.

Me seco bruscamente los ojos y entierro las llaves en el motor, pisando con fuerza el acelerador. En el camino, pienso en lo conocida que me parece aquella parte de la ciudad, todos los lugares donde nos reunimos me persiguen. Me cuesta regular mi ritmo cardíaco y mi respiración.

Las luces de mi casa están encendidas. Se nota desde lejos ya que la noche llega tan pronto como aterrizo frente a la entrada. Agradezco que mis ojos ya se hayan secado, no quiero tener que darle explicaciones a Donghyuck, solo quiero llegar a tirarme sobre mi cama para dormir y posiblemente llorar a solas.

Tengo que parpadear para acostumbrarme a la iluminación del ambiente. La casa huele a velas aromáticas y me extraña. Mi mejor amigo no está durmiendo en mi sala de estar, y mi perro no se encuentra descansando en la alfombra. Se siente vacía.

Unas pequeñas manos sobre mis hombros me sobresaltan, y el olor del perfume de jazmín de Eunbi consigue mezclarse junto con el que los cilindros de cera emanan. Cierro los ojos, dejando que sus palmas me recorran el pecho. No forcejeo, estoy cansado.

ㅡTe ves estresado, JenoㅡMe murmura al oído, y yo ni siquiera respondo. ㅡ¿Estás bien?

ㅡ¿Dónde está Donghyuck?ㅡRetrocedo en la conversación. ㅡ¿Él te dejo entrar?

Se le escapa una risa.

ㅡÉl se fue a beber con unas amigas que hizo por aquí... y sí, él fue quien me dejó las llaves de tu casa, espero que no te molesteㅡSus labios intentan pegarse a mi cuello, y logro apartarme.

ㅡ¿Y mi perro? ¿Dónde está Haru?ㅡ camino directamente a la mesa, donde dejo todas mis cosas.

ㅡSe quedó dormido en el patioㅡContesta, aproximándose. ㅡPor cierto, las burbujas de la tina están maravillosas.

arôme de rose » nakamoto yuta, lee jenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora