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Un mes después

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Un mes después.

Es viernes por la tarde, aproximadamente son las cuatro y treinta, y me levanto de la cama gracias a un fuerte retortijón en el estómago. Corro todo lo rápido que puedo hasta el tocador del pasillo y cuando me inclino a la altura de la taza, siento un líquido subir por toda mi garganta, y vomito dentro de la misma por más minutos de los que puedo contar.

La puerta se abre y Hinami entra angustiada. La debilidad de mi cuerpo me gana y me tambaleo, casi cayendo al suelo de no ser por qué ella me sostiene entre sus brazos.

ㅡ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?ㅡ suena preocupada. Me cuesta trabajo asentir.

ㅡMe estoy muriendo...ㅡ alcanzo a responder.

Con su ayuda logro levantarme y me traslada hasta la habitación, donde me recuesta sobre la cama mientras suspira pesadamente. Alisa las sábanas y pasa una por encima de mi cuerpo palpando mi frente.

ㅡNo tienes calentura ㅡcomentaㅡ¿Es la primera vez que vomitas?

ㅡNo, la tercera.

ㅡTe prepararé un té. Si sigues así, iremos al doctor mañana temprano ㅡasegura y yo asiento.

Apuesto que solo me siento así por el malestar emocional que tengo desde los últimos sesenta días. Ignoro por completo el dolor en mi abdomen, y mejor me concentro en descansar un poco.

♥️♥️♥️

Para sorpresa mía y de Hinami, los malestares no cesan al día siguiente. Ella insiste en hacer una cita con su doctor, y por más que yo me niegue, sé que ni queriéndolo voy a ganar contra su terquedad.

El auto se mueve tranquilamente y, mientras tanto, yo miro hacia la ventana. Las calles me resultan distintas a las concurridas, donde solía vivir antes.

ㅡ¿De verdad tenemos que hacer esto?ㅡsuelto al ver qué nos hemos estacionado frente al hospital.

ㅡCállate y baja ㅡordena. Ruedo los ojos.

Cruzo los brazos sobre mi pecho mientras entro a la recepción del centro médico. Una muchacha uniformada nos recibe e intercambia unas cuantas palabras con Hinami. A continuación, nos guía hasta el consultorio.

Nunca me ha gustado el olor que los hospitales desprenden, es desagradable. De solo sentir el aroma en mi nariz, siento el asco generándose en mi estómago.

Un hombre bastante alto y vestido con aquella bata que solía ver en quienes diagnosticaban y medicaban a mi madre antaño, nos saluda y recibe. En el gafete que está prensado en la tela puedo leer Hinato Miyaki.

arôme de rose » nakamoto yuta, lee jenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora