❝Tu aroma se disipó en el aire, tus mentiras ahora solo son ecos que resuenan en mis oídos, y las huellas de tus dedos, lejos de yacer simplemente en mi piel, ahora solo se aferran con fuerza, quemándome.❞
S E G U N D O L I B R O
Kita Nanami ya n...
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El cielo estrellado de Indonesia se extiende ante mí. El aire, fresco y salado, me envuelve con sus ráfagas calmadas y melódicas. Al momento en el que las olas rompen contra las rocas de la orilla, estas disminuyen su fuerza y envuelven el gran manto de arena blanca sobre el que descansan mis pies.
Es un día importante. El más importante de mi vida, y se supone que no debo de estar aquí, contemplando la paradisíaca playa del sureste asiático. Debo de estar en la casita, terminando los detalles de mi peinado. Pero la belleza de este sitio me envuelve y me brinda la calma que necesito.
Con pasos cautelosos, me acerco al agua cristalina y me levanto la espesa falda del vestido. Si lo estropeo, lo lamentaré el resto de mi vida. Estoy fascinada con su encaje blanco aterciopelado en las mangas, el pecho y la cintura; el escote llamativo y la forma en la que la tela desciende por mis piernas hasta cubrir mis tobillos.
Por un momento, trato de no dejarme llevar por los escenarios catastróficos que a mi mente se le da muy bien crear y me permito disfrutar del momento. Mis ojos se cierran. Todo lo que escucho es el canto del mar, las cigarras y el bullicio al otro lado de la isla, donde la familia de mi prometido espera.
Me pregunto si él también se sentirá de esta forma. Lo imagino ajustando la corbata con sumo cuidado. Probablemente esté discutiendo con su mejor amigo sobre si realmente le favorece el traje o pensando en mí. Seguro le carcome la curiosidad de verme tanto como a mí.
Unas pisadas en la arena me sacan de inmediato se mi trance.
ー¡Nanami!ーMe nombran. La voz agitada y débil me hace girar sobre mis talones ー¿Qué crees que estás haciendo, mujer? Tendrás más tiempo para contemplar el paisaje, por ahora, tienes una boda que está por comenzar.
Me río y camino lo más rápido que puedo hacia Hinami. Le coloco las manos sobre los hombros y aliso el saco color beige que lleva puesto.
ーTranquila. Tengo el tiempo medidoーAseguro, con una sonrisa de oreja a oreja.
ーSí, claro. ¡Parece que olvidas que debo de peinarte, retocar ese maquillaje y llevarte al altar en menos de treinta minutos!ーSe queja. Toma mi antebrazo y me arrastra con ella por la playa. Ruedo los ojos, sin borrar la felicidad de mi rostro.
El camino de regreso es corto. Todo queda a unos pasos de distancia. Nadie más que nosotros tiene acceso a la playa, que también cuenta con un espacioso bosque donde la ceremonia se va a llevar a cabo. Durante la última noche, me hospedé en la cabaña con Hinami y mis invitadas, para seguir con el tradicional protocolo de evitar a mi novio y ahuyentar la mala fortuna en el matrimonio que se avecina.
Estando solas, Hinami me obliga a sentarme frente a un espejo. Cepilla con cuidado mi cabello. Una sonrisa se asoma en sus labios.
ーTe seré honestaーRompe el silencioーPor mucho tiempo creí que el matrimonio no era más que un tedioso contrato que condenaba a dos personas a ser infelices por el resto de sus vidas. Pero... cada vez que los veo a ustedes juntos, vuelvo a creer en el amor.