t w e n t y o n e

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No sonreímos, como solíamos hacerlo

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No sonreímos, como solíamos hacerlo. Tampoco nos abrazamos, nos besamos o nos tocamos. Ahora se siente como si fuese una desconocida para él y él un desconocido para mí. En mi mente lloro, le pido una explicación y corro a sus brazos como tanto Nirāni y Hinami me dijeron que no debía.

Este momento es completamente diferente a lo que me imaginé. Después de pasar tantas noches entre llanto, cartas y recuerdos, ahora todo se transforma en realidad. Luce como siempre lo recordé; una chaqueta marrón oscuro y una camisa blanca. El cabello le cae por la frente, y los ojos le siguen brillando como de costumbre.

Su cabello luce un poco más largo. Es el mismo chico con el cual compartí las noches más bellas de mi vida. Es el mismo chico del lunar justo donde se termina su mejilla, bajo su ojo derecho.

Parece como si los nervios se hubieran disuelto con el aire, estos desaparecen cuando por fin sucede todo esto. El juez entra junto con todos ellos a la corte, mientras Jeno y yo seguimos asimilando la presencia del otro. No sabemos qué decir.

ㅡDeberías entrarㅡ él habla, mojándose los labios. También está nervioso. ㅡTú primero, anda.

ㅡSí... yo... graciasㅡ tartamudeo, bofeteándome mentalmente por no poder formular una oración decente.

Empuja la enorme puerta, y paso a su lado, para penetrar la enorme sala donde ya se encuentran la mayoría de las personas que vinieron aquí.

El auditorio es grande, mayormente constituido de madera. El asiento que ocupo en compañía de Yuta, en la primera fila, me permite admirar más de cerca los lugares que les corresponden a quienes trabajan en conjunto con el señor Takashi Ryota. Separándonos hay otra barrera, también construida del mismo material, que nos divide de los asientos de las personas a las que estamos atacando juntos.

Al instante, puedo sentir que alguien se ha sentado a lado mío. Y percibo su aroma.

ㅡHiro, guarda esa mierdaㅡ la voz del coreano se hace sonar. Rápidamente miro al muchacho de los rulos en el cabello, quién le da un último trago a, lo que supongo, es una licorera de bolsillo.

ㅡMierda... Perdón. Sabes que lo necesito para recargar pilasㅡ justifica Hiro.

ㅡCada vez que estamos a punto de iniciar con un juicio, él siempre hace lo mismo. No te sorprendas, Nanamiㅡ sin pedirle, el tal Ao me ofrece una explicación. Ambos nos sonreímos.

ㅡSí, pero no es momento para que se ponga ebrio. Si Ryota te ve estás acabadoㅡ concluye el pelinegro. Evito mirarlo demás, y presiono mis uñas sobre mi regazo.

Nuestra cercanía es jodidamente tentadora. Tanto que nuestros cuerpos de vez en cuando rozan.

Y no sé si agradecerle o reclamarle a las coincidencias de este día por ponerme a su lado esta tarde. De todos los asientos disponibles en esta corte, ¿en verdad tenía que sentarse a mi lado? Es decir, deseo su cercanía, es cierto, pero no sé cómo reaccionar. Aunque a él no lo veo tan nervioso, solo toma un largo suspiro y observa al frente, antes de alisar su saco.

arôme de rose » nakamoto yuta, lee jenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora