Capítulo 21: Una mañana, una tarde, una noche

40 2 7
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Han pasado varios días. Las cosas siguen transcurriendo con normalidad.

Aunque me sienta un poco cansada la mayor parte del tiempo, poco a poco voy entendiendo todo sobre este lugar.

Las cosas en el palacio han estado tranquilas, tanto que la cotidianidad y monotonía llegan hasta mí, haciéndome pensar que no importa que tan raro, extraño o ajeno te sientas a un lugar, inevitablemente, con el pasar del tiempo, te terminarás adaptando y tomando lo que sucede allí como algo común.

Hoy me siento extremadamente aburrida, madame Deniau se ha ido nuevamente unos días y estoy sola, bueno, relativamente, porque ahora hasta la servidumbre debe estar encima mío para que me arregle a tiempo y cumpla con mis deberes.

( — Eso es algo que no entiendo, si no salgo de mi habitación, ¿para qué me tengo que arreglar? pero bueno, supongo que una reina si debe estar presentable todo el tiempo sin importar que alguien la vea o no).

Minutos después entran las criadas y personal del servicio para ayudarme a vestir y estar perfecta.

Luego de todo el ritual por el que debo pasar para estar preparada, miro a mi alrededor y no veo nada que llame mi atención. Sé que estar uno o dos días en esta habitación fue interesante, pero ya no sé qué más hacer, me aburro demasiado.

(— Ahora no me parecería mal tener algún deber real que atender, pero el rey ha querido que descanse unos días más).

Me siento y miro hacia el jardín que se ve desde mi ventana, haciéndome pensar que es muy familiar esta vista, casi como si durante mucho tiempo hubiera estado en esta situación, observando durante minutos el paisaje, día tras día, pero no entiendo en qué momento.

Sumergida en mis preguntas, ya que últimamente cuestiono todo y huyo del corsé, escucho que alguien llama a la puerta, haciendo que me ponga de pie y deje de estar casi acostada en el cómodo asiento que tengo dentro del cuarto.

— María, buenos días — Gabrielle abre la puerta y entra con su cara sonriente.

— Buenos días — acomodo mi falda y le devuelvo la sonrisa. — No creí que volvieras tan pronto.

— No, al contrario, perdóname haberte dejado tanto tiempo.

— No te preocupes por eso — avanzo y le doy un cálido abrazo, porque sé que ella no ha elegido tener que ausentarse por varios días.

( — Yo sé que este alejamiento no es causado por Gabrielle, después de todo su "querido esposo" la presiona para pedirme favores constantemente y utiliza como táctica alejarla de mí un tiempo para que yo la extrañe y le dé más cosas. Absurdo, me enoja tanto la actitud de su marido, nada parecido al ángel que es ella )

Estando aquí entiendo el deber de una mujer al tener un esposo, pero me da mucho agobio pensar que solo nos ven como fábricas de bebés, y eso es algo que hasta a mi me ha afectado, aunque no quiero hablar de eso aún, mi mente es un caos con el tema.

Último acto: Vals #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora