En ocasiones la historia no suele tener un final, al contrario, el fin puede significar un inminente comienzo.
Leire, una chica que constantemente tiene sueños extraños descubre que los hilos del destino que tejió en el pasado pueden tener atado su...
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"Dios mío, perdóname, te lo suplico, sé que no debo sucumbir ante mis pensamientos y sentimientos, pero ya no puedo seguir negando esto que me quema, porque solo con verla, comienzo a embriagarme de su ser"
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El baile terminó e inevitablemente la noche duró poco a comparación de la pronta visita del sol al día siguiente.
—Tu amor fue tan fugaz...
—¿Has mencionado algo, mi reina?
—Lo siento, estoy un poco cansada y hablo cosas sin sentido.
Estoy tomando el té con Luis, ya que ha aceptado acompañarme un rato el día siguiente de mi cumpleaños, así que, después de desayunar hemos estado un rato tranquilo antes de la hora del almuerzo donde tendremos que dar por terminado todo y seguir con nuestros deberes.
—Te he visto un poco distraída toda la mañana.
—No te preocupes, estoy igual que tú, con un poco de dolor de cabeza por todo lo que bebimos anoche pero no es nada grave. —le sonrío, tranquilizándolo al mismo tiempo que sus mejillas se ruborizaban.
Terminamos el té y nos separamos, dándome espacio para regresar a la habitación y cambiarme de ropa, ya que tengo una reunión con varios nobles para convivir y estrechar las relaciones que se habían visto frágiles por el escándalo del collar que hace unas semanas había acontecido.
La pequeña reunión da comienzo y convivo durante tres horas con varios nobles y damas que conversan sobre diversos temas, aburriéndome.
—Su Majestad, buenas tardes.
—Duquesa de Lévis, es muy grato volver a verla.
—Lamento no haber asistido el día de ayer a su celebración, pero, junto con Lorette, queremos desearle un cumpleaños lleno de bendiciones.
Me extiende un cofre pequeño, donde en su interior se encuentra una rosa roja perfectamente conservada.
—¡Es impresionante! Una rosa en esta época del año es muy difícil de cultivar. Ni mis flores del día de ayer tenían tan buen aspecto. Muchas gracias a ambas, es un regalo maravilloso.
—Nos alegra que sea de su agrado. Lorette es buena con la jardinería y llevaba semanas cuidando la flor.
—Por cierto, ¿dónde se encuentra ella? Anoche no vi que estuviera con los músicos.
—Está indispuesta. El invierno es muy difícil para alguien que ha vivido durante años en un convento. Pero no es nada grave, pronto mejorará.
—Me alegra mucho tu presencia, Annette. Ambas me hacen sentir comprendida.
