— Creí que me habías olvidado, hace años no te veo pero tu belleza sigue resaltando ante las demás mujeres — Sus ojos intensos casi me roban el aliento—. Sigues siendo esa hermosa princesa de la que me enamoré perdidamente aquel día, bajo esa máscara —. El extraño apoya la mano en su pecho a la vez que se inclina levemente para dar una reverencia, dedicándome un pequeño guiño con sus ojos
— No digas esas cosas en voz alta, no son apropiadas — Mi tono risueño revela que estoy encantada ante aquellas palabras bastante atrevidas—. Levántate, hay mucho de lo que hablar, cosas que no pueden ser expresadas en una carta.
Ambos caminamos a través de lo que parece un pasillo extremadamente largo, aunque bastante decorado y lujoso, manteniendo nuestras distancias pero lanzándonos miradas furtivas, casi como si tuviéramos que fingir que nada ocurre detrás.
Mi cara se sonroja y mi corazón se acelera, me siento como una niña pequeña que es incapaz de ocultar cuán feliz está de recibir el mejor regalo que jamás hubiera imaginado.
— ¿Por qué tardaste tanto en llegar?, me tenías tan preocupada — Me detuve en seco, mirando fijamente la espalda de aquel hombre alto y fuerte, pues, aunque no pudiera reconocer nada debido a que siempre es borroso ver el rostro de las personas, sabía que él estaba expectante a mis palabras y movimientos.
—No sabía que serías tan directa —Se dio la vuelta para quedar cara a cara conmigo —. Pero no te agobies por eso, perdona haber tardado, pero aquí estoy, lejos de la muerte y cerca de mi princesa.
Él avanza lenta pero firmemente, dando pasos seguros y llenos de determinación, respirando lenta y seductoramente, como si cada suspiro retenido en sus labios fuera el anuncio de lo mucho que me extrañó. Se acerca, pero duda por un momento, supongo que estaba mirando alrededor, asegurándose que nadie nos viera para poder dejar las apariencias y reflejar la intensidad de nuestros sentimientos.
—No ponga esa cara su majestad, no es hermosa si su bella sonrisa no decora el rostro que me sigue volviendo loco — Su mano se posa en mi barbilla, levantándola suavemente, acariciando mi cabello con su otra mano, jugando conmigo y mi paciencia para terminar viéndolo directamente a los ojos tras unos segundos.
— Has cambiado, ya no eres el débil niño que conocí alguna vez — Mi voz juguetona le divertía, pues sus hermosos dientes blancos resplandecían ante esa sonrisa encantadora.
— Veo que no soy el único que ha cambiado — Susurra cerca de mi oreja, estremeciéndome —. Creo que por un momento quisiera dejar de ser un simple conde extranjero para poder huir y darle a mi princesa la vida que se merece, pero parece que no será fácil.
Mis ojos estaban cerrados, tal vez esperando un beso, sin embargo, todo el tono romántico se desvanece a la vez que pasos se acercan.
Reaccioné cuando sentí como él se alejó, dejando un rastro de frustración, fue en ese momento que abrí mis ojos y miré fijamente al largo pasillo que había cerca, dejándome atónita, quedando totalmente sorprendida y entre la presencia de dos hombres que, aunque el uno fuera frío y el otro apasionado, en ese preciso momento podía sentir una tensión indescriptible.
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Último acto: Vals #5
FanficEn ocasiones la historia no suele tener un final, al contrario, el fin puede significar un inminente comienzo. Leire, una chica que constantemente tiene sueños extraños descubre que los hilos del destino que tejió en el pasado pueden tener atado su...