Capítulo 67: Aunque lo oculte, se me nota en el rostro

31 1 27
                                    

"Las heridas se curan con más rapidez que un corazón roto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Las heridas se curan con más rapidez que un corazón roto. ¿Qué es lo que siento? No lo sé, no lo entiendo. ¿Qué le sucede a mi razón? No sé si realmente la aprecio por la mujer que es usted, o por el contrario, solo quiero tener algo en lo que volver a sentirme yo mismo"


●●●●●●●●●▬▬▬▬▬ஜ۩🌹۩ஜ▬▬▬▬●●●●●●●●●


—No se atrevan a atacar.

La voz profunda hacía que esa orden se sintiera definitiva, intimidando a cualquiera que lo escuchara, estremeciendo el mismo suelo con sus pasos firmes y enojados.

Toda la situación estaba cambiando, así que, aun con su mirada fija en aquellos que me amenazaban, empuña su espada y se prepara para detener todo esto.

Pero el enemigo no está feliz, así que decide tomar la delantera y atacar a traición, apuntando a las piernas, haciéndome cerrar los ojos del miedo, pero, ante ningún quejido y aun con temor, soy capaz de ver como Lafayette está acostumbrado a batallas así y esquiva con facilidad el ataque, contratacando inmediatamente sin dejar espacio a oportunidad.

—¡Lafayette! —mi voz quebrada, que hacía muchos días no decía nada con sinceridad, por fin me permitía sentirme viva al decir su nombre.

Ver como su rostro, a pesar de estar concentrado en la persona que tiene delante, se gira y sus ojos, sus hermosos ojos azules me observan directamente, transmitiéndome su seguridad y fuerza, indicándome que todo va a estar bien, que él me protegerá.

Mi rostro se enrojece extrañamente a pesar de todo el frío que estaba sintiendo, aunque en mi interior se avivaba una calidez que desde hace semanas había mi corazón olvidado como se sentía.

Mi querido Lafayette, con habilidad, desarma al hombre de la espada y lo golpea para dejarlo inconsciente, sin embargo, el hombre que tenía el hacha comienza a atacarlo con fuerza amenazante.

—¡Deténganse! —con furia y determinación la voz profunda y fuerte del marqués nuevamente es escuchada por toda la zona, avanzando con decisión, buscando tener ventaja contra su adversario, alejándolo de mí y de Lorette. —Deben ponerse a salvo. ¡Ahora!

—María, reacciona, tenemos que irnos. —Lorette me anima a levantarme, tratando de que yo misma retome fuerzas y sea capaz de ponerme de pie. —Si no dejamos de ser un estorbo, haremos que los lastimen ¡Debemos irnos!

—Señorita, le confío la seguridad de la reina. —los ojos suplicantes de Lafayette rogaban por mi cuidado a Lorette a través de un grito, pero esta vez no sonaba como una orden, sino como un favor.

Incapaz de hablar, veo como mi querido Gilbert se aleja aún más para luchar con el atacante en una zona apartada, pero los quejidos de Lorette me hacen ver la situación y entender que debo dejar de estar aquí sin hacer nada.

Último acto: Vals #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora