Capítulo 25: ¿Quiénes son los que me rodean?

46 2 13
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La noche llegó a Versalles, dejándome ver que toda la tarde que había supuesto eterna, había llegado a su fin.

Después de todo lo acontecido, tomé el libro que tanto me había costado conseguir y me fui al jardín a leerlo. Al final, cuando terminé con mi pequeña aventura apenas eran las 4 de la tarde.

— Es hora de que descanse, su Majestad, pero antes, debe ir a comer.

— ¿Comer? No lo necesito ahora — volví a sumergirme en el libro que tenía en las manos.

— No hay mucha luz y aun con aquella lámpara a su lado, creo que lo mejor es volver al palacio, comienza a hacer frío.

— Ay, Jerome, no llevamos aquí mucho tiempo...

— Unas tres horas con treinta y seis minutos si queremos ser exactos. — guarda rápidamente el reloj de bolsillo que siempre carga consigo.

— Ahora entiendo como no te aburrías estando cerca de mí todo este tiempo, si te la pasas viendo ese viejo reloj.

— Sé que está ya desgastado — apoya la cabeza en el tronco en el que estamos apoyados, mirando directamente a las estrellas. — Pero la verdad es que este reloj es lo único que me mantiene unido a ella...

Nunca había hablado de su pasado, aunque nos llevamos bien desde hace años, la verdad es que poco o nada me importaba la vida de aquellos que me rodean, estando demasiado distraída en las cosas que pasaban en mi vida, nunca me detuve a pensar que talvez hay situaciones que aquejan a aquellos que aprecio.

( — No puedo creer que hasta estos días me doy cuenta de todo lo que pueden ocultar las personas con su sonrisa o sus labores diarias)

Sin embargo, al ver cómo se le entrecorta la voz y sus manos tiemblan levemente, no puedo evitar ver bajo sus ojos negros y abundantes pecas, como se asoma un sentimiento de añoranza que jamás le había visto.

— No quise decir que fuera viejo, se ve que está muy bien cuidado.

— No se disculpe, Majestad, al contrario, siento mostrar las penas que tiene este guardia.

— Supongo que la quieres mucho..

— La perdí cuando sus padres la obligaron a irse de mi lado, ahora es totalmente inalcanzable — oculta su rostro entre las piernas, dejándome totalmente consternada con su respuesta.

( — ¿Qué debería decirle? No tengo palabras, siento su frustración..)

Un silencio cayó sobre nosotros, pues el frío que había anticipado él ahora lo sentía en mis brazos y cuello, pero no porque no tuviera ropa que me resguardara, sino porque, en mi caso, estaba entendiendo que todos en Versalles tenían una historia que contar, una historia que parecía que en muchas ocasiones no era feliz.

Último acto: Vals #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora