Capítulo 37: No soy distinta

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— ¿Estás loco? iremos a prisión...

— No me estás ayudando mucho Yvan, por favor guarda silencio e intentemos llevarla suavemente.

Jerome sujeta las riendas de un carruaje, controlando los caballos, haciendo el esfuerzo por ser sutil y auto dominarse al mismo tiempo, pues los nervios se acumulan en su estómago y lo hacen temblar mientras avanza.

— Suavemente, si, por supuesto — Yvan cruza los brazos, indignado. — Me siento un prófugo con esta mujer delante mío.

— Solo robamos un carruaje. — una risa contagiosa sale de sus labios, pero no por calma, sino todo lo contrario. — No es para tanto.

— ¿Te parece poco? — suspira y sacude la cabeza mientras una mirada cómplice aparece en su cara — Quien sabe a quién le pertenece este carruaje.

— Creo que es del marqués de Lafayette, pero nunca lo usa, no lo notará.

— Ah, del marqués de Lafayette — sonríe para sus adentros. — Espera, ¡¿Cómo que del marqués de Lafayette?! Ahora que me llevo bien con él, además de que me pagó muy bien por ayudar a esta mujer, ¿me haces esto? — mira confundido, sin parpadear. — No solo nos hemos llevado a su chica, si no que nos van a arrestar por robar un carruaje del palacio de Versalles...

— ¡Ni se te ocurra repetir que ella es de alguien! — su mandíbula se tensa. — Aunque lo justo es que te diga la verdad. — mira atrás, sosteniendo las riendas del caballo con firmeza. — No es cualquier mujer, ella es la reina María Antonieta, así que es como un triple delito lo que estamos haciendo. — su sonrisa juguetona hace poner nervioso a Yvan, quien al principio cree que está bromeando.

— ¿La reina? Es imposible, ella debe estar... — piensa por unos segundos mientras por su mente se cruza todo lo que no le convencía de dicha joven. — No puede ser, ¿Es realmente la reina? — Yvan comienza a temblar, abre los ojos de par en par, pensando en todo lo que ha sucedido, en cómo ha hablado, reaccionando rápidamente e inclinándose para acomodar mejor a María, cubriéndola con su abrigo y revisando su respiración. — No entiendo nada, esto es una locura.

— Siento haber esperado tanto para decirte la verdad... — Jerome mira al frente, pero una cara de arrepentimiento decora su rostro.

— ¿Te das cuenta de lo que estamos haciendo? Vamos a terminar en el calabozo...ya hasta siento que me lo merezco. — murmura por un buen rato para si mismo, pensando en como ha llegado a este punto.

— Pobre María, después de tanto esfuerzo se desmayó y ahora la tengo aquí, en un carruaje rumbo al Petit Trianon con la intención de ayudarla. — los susurros de Jerome apenas y eran audibles, pues se mezclaban con el aire frío, haciéndolo temblar, pero no era solo por la temperatura, sino también por las locuras que la reina lo incitaba a hacer. — No puedo culparla, sé que su vida no es fácil, pero no debió arriesgarse así y mucho menos terminar en el cuarto de ese marqués...

Último acto: Vals #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora