Capítulo 13: No veas este sueño

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— ¿Puede ver la luna mi señora? — El elegante hombre dirige su mirada al cielo lleno de estrellas y la luna que encuentra en la gran cúpula oscura que nos cubre.

— Así es, puedo ver cómo es eternamente hermosa, especialmente esta noche — Sentada de espaldas en uno de los muros de hojas del jardín, lentamente extiendo mi brazo en el césped para que, a través de las plantas llenas de flores, el noble hombre tome mi mano y yo pueda sentir como su mano toca suavemente mis dedos.

— Pocas personas pueden reconocer la belleza de la luna — Respiró lentamente, casi como si quisiera absorber a través del aire ese momento tan poco usual. — Es grato ver que tan bella dama es capaz de apreciar la incesante luz que acobija a Francia cada noche.

Su tono tranquilo y sincero me derretía, escucharlo tan cerca pero a la vez tan lejos de mí me hacía pensar en lo mucho que los momentos humanos son efímeros.


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Han pasado tres semanas, el tiempo y los días no dan tregua y se llevan consigo las dudas y la impaciencia de todos.

— ¿Vamos a salir el próximo sábado en la tarde?

— Ya vas a empezar — Tomé uno de los ganchos para colgar la sotana que había usado en la misa. — Bien sabes que no han estrenado la película que quieres ver, ríndete.

— Pero Leire, esta vez sí es enserio, seguro que esta semana si llega a cartelera, ven conmigo — Tomás me tiraba del pelo suavemente.

— Si no lo hago me quedaré calva, ¿cierto? — Suspiré profundamente, después de cerrar el armario y girarme hacia él.

— ¿Van a salir y no me van a invitar?

Samuel se acercó lentamente a nosotros con la sotana puesta, cosa que me sorprendió, porque aun cuando él y yo generalmente estamos en la misa de 5:00pm, él siempre es el último en bajar del altar, ya que muchas chicas lo rodean y se le acercan a hablarle y pedirle el número, impidiéndole el paso y coqueteándole, básicamente.

— ¿Tus admiradoras te dejaron libre más temprano? — Le golpee un poco el hombro con la mano, tratando de burlarme de su situación.

— No me cambies el tema, además, tú sabes que no es algo que yo quiera hacer, ellas se me acercan y no me dejan bajar, ni modo que las empuje con el cáliz y el misal en la mano — Infló sus mejillas mientras volteaba los ojos en señal de frustración.

— Monito, ¿Por qué te quejas?, si siempre estás rodeado de chicas lindas.

— Lindas sí, pero no muy cordiales Tomás, ya que siempre me hacen quedar mal delante de mi mamá.

Último acto: Vals #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora