— ¿Puede ver la luna mi señora? — El elegante hombre dirige su mirada al cielo lleno de estrellas y la luna que encuentra en la gran cúpula oscura que nos cubre.
— Así es, puedo ver cómo es eternamente hermosa, especialmente esta noche — Sentada de espaldas en uno de los muros de hojas del jardín, lentamente extiendo mi brazo en el césped para que, a través de las plantas llenas de flores, el noble hombre tome mi mano y yo pueda sentir como su mano toca suavemente mis dedos.
— Pocas personas pueden reconocer la belleza de la luna — Respiró lentamente, casi como si quisiera absorber a través del aire ese momento tan poco usual. — Es grato ver que tan bella dama es capaz de apreciar la incesante luz que acobija a Francia cada noche.
Su tono tranquilo y sincero me derretía, escucharlo tan cerca pero a la vez tan lejos de mí me hacía pensar en lo mucho que los momentos humanos son efímeros.
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Han pasado tres semanas, el tiempo y los días no dan tregua y se llevan consigo las dudas y la impaciencia de todos.
— ¿Vamos a salir el próximo sábado en la tarde?
— Ya vas a empezar — Tomé uno de los ganchos para colgar la sotana que había usado en la misa. — Bien sabes que no han estrenado la película que quieres ver, ríndete.
— Pero Leire, esta vez sí es enserio, seguro que esta semana si llega a cartelera, ven conmigo — Tomás me tiraba del pelo suavemente.
— Si no lo hago me quedaré calva, ¿cierto? — Suspiré profundamente, después de cerrar el armario y girarme hacia él.
— ¿Van a salir y no me van a invitar?
Samuel se acercó lentamente a nosotros con la sotana puesta, cosa que me sorprendió, porque aun cuando él y yo generalmente estamos en la misa de 5:00pm, él siempre es el último en bajar del altar, ya que muchas chicas lo rodean y se le acercan a hablarle y pedirle el número, impidiéndole el paso y coqueteándole, básicamente.
— ¿Tus admiradoras te dejaron libre más temprano? — Le golpee un poco el hombro con la mano, tratando de burlarme de su situación.
— No me cambies el tema, además, tú sabes que no es algo que yo quiera hacer, ellas se me acercan y no me dejan bajar, ni modo que las empuje con el cáliz y el misal en la mano — Infló sus mejillas mientras volteaba los ojos en señal de frustración.
— Monito, ¿Por qué te quejas?, si siempre estás rodeado de chicas lindas.
— Lindas sí, pero no muy cordiales Tomás, ya que siempre me hacen quedar mal delante de mi mamá.
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Último acto: Vals #5
FanfictionEn ocasiones la historia no suele tener un final, al contrario, el fin puede significar un inminente comienzo. Leire, una chica que constantemente tiene sueños extraños descubre que los hilos del destino que tejió en el pasado pueden tener atado su...