44- Desaparecidos.

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Capítulo 44: Desaparecidos.

Mabel Hanson.

Ya era la una de la madrugada, Mariano aún no llegaba, Matteo no aparecía. Mis padres ya se encontraban durmiendo, mi hermana y yo les mentimos diciendo que había salido con sus amigos, ya que habían ganado el partido. Ambos nos creyeron y se fueron a su habitación, llegaron exhaustos, por ello no le dieron tanta importancia a la ausencia de su hijo. Sam llamaba cada vez que podía, Eric no contestaba, y Maddison menos, toso era un terrible caos.

Mariana y yo estábamos en mi habitación, llevábamos puestas nuestras pijamas.

—Le marcaré de nuevo a su celular, —cogí mi teléfono y busqué el historial de llamadas, le había marcado exactamente cincuenta y tres veces, desde las dos y media de la tarde hasta ahora.

Alguien contestó, no se escuchaba absolutamente nada, y colgaron.

—¿No contesta? —El semblante de Mariana era de preocupación, si Mariano no iba a llegar temprano, siempre nos avisaba.

—Contestaron y luego colgaron.

—Vuelve a marcar, seguro se le fue la señal o algo así, —insistió.

Mi celular sonó dos veces, unos mensajes habían llegado.

—Espera, —le dije.

Hermanito:

¿Quieres saber en dónde está tu hermano?

Ven con Mariana.

Hermana:

¿Quién eres?

Hermanito:

Vengan y lo descubrirán.

Hermana:

Mándame la ubicación.

Se me hizo familiar la dirección.

Hermanito:

Las esperamos.

—Mabel ¿qué pasa?

—Mira, —le mostré los mensajes.

No sabíamos que hacer, ella quedó perpleja, yo estaba asustada, nerviosa, preocupada. Si le sucedía algo a mi hermano no me lo perdonaría.

—Despertemos a nuestros papás, —propuso Mariana.

—No, espera, debemos ir solas.

—Mabel...

—Mariana, esto no es un juego.

Ella asintió con la cabeza y se fue a su habitación a cambiarse de ropa, yo me quedé en la mía a hacer lo mismo.

Bajamos a la sala, pero antes fui a la cocina por dos cuchillos, uno para mí hermana y uno para mí, la verdad estaba muy asustada. No sé si fue la mejor idea, pero pensé que de algo serviría.

Abrimos la puerta trasera con mucho cuidado, nos fuimos caminando, no teníamos opción. Ya habíamos salido de la residencia, teníamos que caminar hasta la zona más céntrica de la ciudad para tomar un taxi, empezamos a sentir que un auto se acercaba a nosotras, cada vez iba más lento. Ya eran las dos de la mañana, un sábado, bueno, ya domingo. El auto se detuvo, mis piernas no daban para correr, Mariana me tomó de la mano, me halo con toda su fuerza y no tuve de otra que dejarme llevar.

Siendo Adolescentes © [SIENDO #1| Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora