Capítulo 9

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Derek:

Fiona nos preparó el desayuno y mientras comíamos Héctor llegó a la cocina.

—¿Derek? — preguntó igual que su esposa.

Si ese es mi nombre, ni que hubieran visto un fantasma.

— Ali lo trajo a desayunar — informó Fiona.

— Pues es todo un logro pequeña — ella le sonrió a su tío, pero de nuevo la sonrisa no le llegó a los ojos.

— Cielo yo tengo que ir al pueblo, cuida de estos dos y que no se metan en líos —pidió Fiona.

Alana resoplo y sus tíos comenzaron a reír.

— Vete tranquila cariño —Héctor beso la mejilla de su mujer y esta salió dejándonos solos— Entonces... ¿que planes hay para hoy?

— Pensaba irme a dormir otro rato, sigo cansada —mintió.

Sabía, si se iba a su habitación lo que haría sería llorar.

Héctor pareció no creerle porque volteo hacia mí y negué con la cabeza, creo que entendió que algo no iba bien.

— Se me ocurre una mejor idea, vamos a bañar a Derek —propuso

¡Iba a matarlo!, lenta y muy dolorosamente.

— No se tío…

— ¡Vamos, será divertido! y tú te llevas muy bien con él — animó Héctor.

¡Esta me las pagas viejo amigo! Podías perfectamente esperar a que me transformara en la noche y me duchara yo solito, pero adoras joderme.

Salimos al jardín delantero y fuimos hasta donde estaba la llave de agua, Héctor conecto una manguera a esta y busco algo de shampoo. Me apunto y abrió la llave, en cuanto me mojó por completo se acercó con el shampoo y me sacudí mojándolo a él también

— ¡Diablos! —se quejó y Alana comenzó a reír, pero esta vez sí fue una risa de verdad y aunque no les iba a poner fácil el bañarme, creo que valía la pena el sacrificio.

Acabe mojándolos a ambos y al final comenzaron a jugar con el agua, pero Alana pasó toda la mañana riendo y tratando de que me quedara quieto. Creo que no fue tan malo que me bañaran.

Cerca de las seis de la tarde estaba en el granero, ya estaba totalmente recuperado y volvería esa noche con mi manada, no quería irme sin despedirme de Alana y tampoco me gustaba la idea de  dejarla sola, pero tenía que volver. Siempre podía venir en un par de días, quizás como humano yo más que nadie sé que necesita un amigo justo ahora. Pensando justamente en eso me encontraba cuando sentí que recupere mi forma humana.

— ¡¿Qué diablos?! —exclamé, no me había transformado porque así lo quise, solo había pasado y solo había una explicación para eso y no era buena.

— Chico aquí te traigo algo de ropa para que te pongas y revisarte por última vez —habló Héctor entrando al granero—. Oh, si ya estas transformado, que bien.

— Tenemos un problema Héctor — avisé mientras tomaba el bóxer y el pantalón que había traído y me los colocaba.

— ¿Qué sucede? —preguntó serio.

— Luna roja.

—¡Mierda! 

— No cariño, espera — escuchamos a Fiona gritar y ambos volteamos hacía la puerta justo cuando...

— ¿Quién es este chico tío, donde está D? — preguntó Ali repasando el lugar con sus ojos.

Héctor y yo nos miramos con los ojos muy abiertos y con un pensamiento común.

¡Mierda!

Luna Roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora