Capítulo 37

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Alana:

— ¡Voy a morir! — exclamo en un jadeo mientras me apoyo en mis rodillas.

— Siento que se me quiere salir un pulmón — se queja Gretzy tirada a mi lado.

— Exageradas, no fue para tanto —replica Helena y ambas la fulminamos con la mirada.

— Claro, como tú haces deporte todos los días y corres varios kilómetros estás 20 vueltas fueron un suspiro — comenta Gretzy.

— Yo les he dicho varias veces que me acompañen a correr — defiende Helena.

— ¡Somos flojas!— afirmo—, si tuviera que salvar mi vida corriendo prefiero arrodillarme y suplicar que sea rápido —aseguro.

— Apoyo la idea, de todas formas me atraparían en nada — Gretzy se encoje de hombros y Helena acaba riéndose de nosotras.

Nuestro profesor de gimnasia es un animal, dijo que iba a ponernos a todos en forma y lo está cumpliendo. Cuando acabo su clase siento que he paso dos horas en un gimnasio.

Helena se va a las duchas, Gretzy y yo nos quedamos otro rato sentada recuperando el aliento.

Más tarde me toca volver sola a casa, las chicas tenían cosas que hacer por su cuenta. Así que me ha tocado caminar, por suerte la tarde está nublada y corre una suave brisa. Aunque me gusta mucho este clima para caminar sería mejor darme prisa, no quiero pescar un resfriado por estarme mojando.

En mi mente se colaron los recuerdos de Derek y yo jugando en la lluvia. Saltando corriendo y salpicando. Sonreí mientras miraba al suelo, la verdad ya lo estaba echando de menos y solo habíamos estado separados unos días. No quería ni imaginar cómo estaría en unos meses. También estaba la posibilidad de que no volviera a verlo pero me negaba a pensarlo. Derek había prometido que nos veríamos y yo le creía.

—  Vas a tropezarte como sigas mirando al piso — comentó una voz delante de mí.

No puede ser....

Mis piernas se detuvieron.

No es posible.

Levanté la mirada de golpe encontrando la enorme sonrisa de Derek frente a mi.

— ¿Que no piensas darme un abrazo Ali? — preguntó abriendo los brazos para mí.

No lo dude ni siquiera un segundo, salté hacia él para darle ese abrazo. Derek me recibió riendo ya que casi caemos al piso por mí arrebato.

No podía creerme que estuviera delante de mí, ni que hubiera venido a verme. Era simplemente increíble, así que tan emocionada como estaba lo estreché con fuerza contra mi.

— Me estás dejando sin aire Alana.

— Lo siento, lo siento — me disculpé separándome un poco — creo que me emocioné un poco. ¡Es que no me creo que estés aquí!

— Te dije que vendría — Derek me guiñó un ojo.

— No tan pronto, pensé en unos meses mínimo varías semanas. De que tienes todo el lío de la universidad y la manada.

— Respira mujer — pidió cuando vió que me faltaba un poco el aire por hablar tan rápido.

— Ya me calmo — respiré hondo y le sonreí — ¿Como me encontraste?

— Estuve en tu casa pero tú mamá dijo que aún no habías vuelto de la escuela y que si seguía la calle tal vez te encontraba.

— Si, es que tuvimos gimnasia a última hora y nos tardamos en las duchas — me encogí de hombros.

— ¿Bueno vamos a tú casa para que nos sentemos un rato? — propuso.

— Si claro — asentí tomando la mano que me ofreció, comenzando a caminar juntos — ¿Dónde vas a quedarte hoy? Tenemos una habitación de sobra por si quieres pasar la noche en casa. Y la universidad, ¿no perderás clase por venir a verme?

— Bueno lo cierto es que ... — La mirada de Derek se topó con mía y me sonrió con alegría —, he entrado a la universidad en esta ciudad, voy a convertirme en chef profesional.

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