Capítulo 32

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Alana:

Después de una mañana bastante movida en la que Derek me ayudó a buscar mis cosas por toda la casa llegó mi padre. En cuanto lo ví me lancé a sus brazos como si no lo hubiera visto en ... Bueno casi dos meses.

¡Madre mía! que rápido se me habían pasado estos dos meses, es como si hubiese sido ayer que entré al granero y encontré un lobo enorme dentro. Las cosas habían cambiado muchísimo desde entonces, me habían pasado cosas malas pero el doble de buenas.

Mis tíos presentaron a Derek como el hijo de un amigo suyo, así nos ahorramos unas cuentas explicaciones ya que papá asumió que era amigo mío. Que tampoco era del todo incorrecto.

Luego de una media hora de charlas y presentaciones me ayudaron a subir mis cosas al auto. Era hora de despedirse.

— Ven aquí mi niña, voy a extrañarte muchísimo — dijo tía Fi envolviéndome en un abrazo.

— Promete volver pronto — pidió tío Héctor uniéndose al abrazo.

— Me tendrán aquí en las próximas vacaciones de verano — aseguré.

— Pórtate bien por allá y estudia mucho, es tu último año — aconsejó mi tía y asentí varias veces.

— Muy bien cariño, suéltala para que pueda irse — le pidió su marido tomándola por los hombros.

Ambos me dedicaron una sonrisa antes de alejarse hasta la entrada de la casa.

— Te espero en el auto, no tardes mucho Ali — pidió mi padre entrando al vehículo sin esperar respuesta de mi parte.

Me volví al frente encontrándome con Derek, quien me miraba con tristeza.

— Supongo que ya debes irte — susurró.

— Ya es hora — confirmé.

— ¡Diablos! ¿por qué se me hace tan difícil decirte adiós? — se quejó y acortó la distancia entre nosotros para abrazarme, le correspondí rápidamente siento mi respiración más pesada — no es para siempre, vamos a vernos pronto — aseguró y no sé si intentaba convencerme a mi o él.

— No quiero irme — murmuré cerca de su oído —, no quiero alejarme de ti, soy muy feliz cuando estás conmigo — confesé, sin miedos, sin dificultad.

— Vamos no llores, prometiste no llorar hasta que te fueras y aun sigues aquí — se separó un poco de mi para secar mis lágrimas, las cuales ni siquiera sentí caer pero supongo que mi respiración irregular me delató.

Lo peor de todo fue que cuando le miré a los ojos vi que los tenía rojos y algo húmedos.

— Tú también estás llorando — me quejé con el ceño fruncido y Derek negó con la cabeza.

— Es solo que me entró tierra en los ojos — bromeó para luego tragar saliva fuertemente. Luego sonrió aún con los ojos cristalizados — ¿Ves? No es nada. Ahora vuelve aquí.

Me estrechó nuevamente entre sus brazos y yo correspondí el gesto. Estábamos tan juntos en ese momento, que no entendía porque me seguía pareciendo que no era suficiente. Enterré la cara en su cuello aspirando su aroma, intentado recordarlo.

El sonido del claxon siendo tocado por mi padre nos obligó a separarnos.

— Los chicos han venido a despedirse — avisó D mirándome a los ojos, fruncí el ceño confundida y se apartó un poco para que pudiera verlos.

Estaban en su forma de lobo, tanto Eira como Jairo, acompañados por suponía que fueran Miles y Garrett. Los cuatro me miraban desde el granero, algo escondidos para que no pudieran verlos.

— Diles que voy a echarlos muchísimo de menos — le pedí a Derek. El asintió en respuesta y finalmente dió dos pasos hacia atrás y me soltó.

— Nos vemos pronto Ali.

— Hasta pronto D.

Antes de subir al auto alcé la mano y la moví en forma de despedida para todos.

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