Capítulo 25

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Alana:

El fin de semana se había ido casi que en un suspiro. La fiesta del pueblo duró hasta el domingo por la noche. Me sentí un poco triste de que se acabará y es que había sido realmente divertido. Mis amigas estaban tan emocionadas como yo, así que prometimos que en las próximas vacaciones ellas vendrían los días de fiesta y lo pasaríamos juntas.

Estoy terminando de ponerme mis vaqueros cortos cuando la melodía de mi teléfono inunda la habitación, tengo que mirar hacia todos lados un par de veces hasta que me doy cuenta de que suena debajo de mi almohada.

— Hola — digo sin mirar quien llama.

— ¿Como está mi pequeña? — saluda papá animado.

— Increíble, me encanta estar aquí con mis tíos — comento— ¿Tú cómo estás?

— Extrañando mucho a la niña de mis ojos — declara y yo sonrió.

— También te extraño papá.

Cuando vuelvas deberíamos pasar una tarde juntos, antes de que comiences la escuela y no tengas tiempo de ver a tu anciano padre — dramatiza y tengo que reírme de sus ocurrencias.

— No está viejo ¡No tienes ni 50! — replico.

Tú madre me está haciendo envejecer — masculla.

— Tampoco eres un santo — apunto — ¿Cómo están yendo los papeles del divorcio? — cuestiono mordiéndome el dedo pulgar.

Algo lento — admite con un suspiro — No te preocupes por eso cielo, mejor disfruta de las vacaciones antes de tu último año.

— Lo estoy haciendo — afirmo.

Mis padres prefieren manteneme al margen de su divorcio pero me es inevitable preocuparme. Creo que esa fue la razón por la que me enviaron a pasar el verano con mis tíos.

Bueno pequeña, debo ir a trabajar. Te llamo la semana que viene — declara.

— Adiós papá, trata de no pelear mucho con mi madre — pido.

De acuerdo, lo voy a intentar.

— ¡Papá!

Está bien, está bien. No voy a pelear con ella — concede a regañadientes —. Te quiero.

— También yo.

Cuelgo y niego con la cabeza, menudo padre tengo. Luego de poner el móvil a cargar me encamino escaleras abajo para buscar a D.

Cuando llego a la cocina me encuentro a un Derek muy concentrado en amazar una gran bola de masa que hay sobre la encimera. Los músculos de sus brazos se contraen ofreciendo una vista digna de admirar. Por sobre su hombro veo a tía Fi buscando algo en los estantes.

— ¿Vamos a almorzar pizza?— pregunto haciéndome notar.

Derek levanta la vista de la masa y me sonríe como saludo.

— Tú tía me enseña a preparar galletas saladas — informa.

Tomo asiento frente a él mientras observo todo el desastre de harina que hay sobre la encimera.

— Derek aprende rápido — menciona tía Fi sin darse la vuelta.

— Me gusta esto — admite encogiéndose de hombros —. Espero que las pruebes y me des tu opinión — pide. 

— Depende — digo.

— ¿De que? — pregunta extrañado.

— De si las quemas o no — confieso haciendo una mueca. Derek abre la boca indignado y me lanza un puñado de harina directo a la cara.

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