Derek.
La cara de Ali era todo un poema después de darle la noticia.
— Garrett y yo estamos en la misma facultad y pedimos una habitación para los dos.
— ¿Estás jugando? — preguntó y negué con la cabeza — ¡Es increíble, no puedo creerlo!
Ali comenzó a dar saltitos mientras caminabamos tomados de la mano.
Lo cierto era que yo también estaba muy emocionado, estudiaría algo que me encantaba y por si fuera poco estaría con la chica que me gustaba. Me sentí muy afortunado cuando vi que había entrado a esa universidad, también a otra de las que había solicitado pero la decisión fue bastante sencilla.
Llegamos a su casa en cuestión de minutos y Ali subió las escaleras tirando de mi prácticamente. Estaba tan emocionada que había obviado el ascensor y no sería yo quien se lo dijera. Su madre daba vueltas por la cosa buscando algo cuando entramos.
— Hola cielo, veo que haz encontrado a tu amigo — comentó sin mirarnos mientras revolvía unos papeles que habían sobre la mesa.
— Si, me topé con el a unas cuadras — explicó —. En fin, vamos a mi habitación — dijo mirándome a mi.
— Si claro.
Avanzamos a través del pasillo y llegamos a una puerta blanca con flores rosas ( muy ella ). La habitación en si, era pequeña pero acogedora. Con su alfombra púrpura y las paredes rosas, un armario blanco con mariposas rojas y una cama de sábanas lilas. La pequeña ventana que daba a la calle y un escritorio con una computadora y una bocina.
Podía imaginar a Ali tirada sobre la alfombra con los pies en la cama o sentada en su computadora, incluso se que sería capaz de estar bailando por la habitación con la bocina a todo volumen y todo eso de ella me encantaba. Como era tan alegre y despreocupada.
— ¿ Que te parece mi habitación? — preguntó extendiendo los brazos.
— Muy tú la verdad — aseguré sonriendo.
— La verdad es que tú haces un contraste bastante divertido aquí dentro — río negando con la cabeza.
Me acerqué a ella, lo suficiente para que mi naríz casi rozace la suya. Ali me miró directo a los ojos y pasó los brazos por detrás de mi cuello.
— No sé si ya te lo dije pero te eche de menos — murmuré pasando las manos por su cintura y apretándola contra mi.
— Yo también te eché muchísimo de menos — respondió pegando su frente a la mía.
Tenerla así de cerca se sentía tan bien, tan correcto y a la vez tan intenso. No lo pensé más y acabé uniendo mis labios a los suyos en un beso cargando de todos los días que pasé pensado en cuando pudiera volver a besarla de esta forma. Ali me correspondió con la misma intensidad, su cuerpo encajaba perfectamente con el mío, nuestras manos exploraban cada centímetro del otro, memorizando todo a tu paso y reclamando lo que sentíamos como nuestro. Porque sabía que ella era tan mía como yo me sentía suyo.
El calor en la habitación comenzó a aumentar de forma descontrolada y cuando metí las manos dentro de su camiseta un gemido escapó de sus labios volvienodme loco. La apreté contra mi para que sintiera lo duro que me había puesto y ella mordió mi labio inferior en respuesta. Sus manos bajaron a mi pecho y se colaron dentro de mi sudadera, paseó las manos por mi abdomen y me tentó varias veces bajando un poco más adentrandose solo un poco en mis el dobladillo deis pantalones. Se me escapó un gruñido justo cuando bajó dando besos por mi cuello y no resistí más el impulso de levantarla y caminar con ella hacia la cama. Ambos caimos sin dejar de tocarnos y de besarnos. En algún momento ella tiró de mi sudadera hacia arriba y acabé sacándomela por la cabeza, luego le quité su camiseta y bajé una de las tiras del sujetador que llevaba. Descendí dejando besos húmedos por su cuello, su clavícula y sobre sus senos. Ali dejaba escapar pequeños gemidos que me estaban volviendo locos mientras me sujetaba del cabello. En ese momento fue en el que decidí que quería volverla completamente loca como estaba haciendo ella conmigo, así que seguí bajando por su abdomen mientras lamía y chupaba la piel expuesta. Sentía mi erección tan apretada que si ella me tocaba solo un poco explotaría allí mismo. Jamás me había sentido así con nadie, esa necesidad que nos envolvía cuando estábamos juntos.
— Puedes pedirme que pare si no estás cómoda — aseguré.
— Estoy bien — respondió abriendo los ojos.
— ¿Hasta donde quieres llegar? — pregunté.
— ¿Ahora mismo? — asentí — Soy capaz de decirte que hasta donde tú me lleves, pero creo que sí me queda algo de consciencia eso no sería buena idea, mi madre podría oirnos — contestó.
No puede evitarlo y comencé a reírme de sus ocurrencias. Ella también sonrió contenta. Volví a besarla porque estar lejos de su boca durante unos minutos era una tortura y cuando se pegó contra mí sentí que la ropa estorbaba, que necesitaba sentirala completamente.
— ¡Alana! — llamó su madre y ambos nos sobresaltamos — ¡¿la cena está casi lista, tu amigo quiere quedarse?!
— ¿Quieres? —asentí con la cabeza algo nublado todavía por el deseo — ¡Dice que si mamá!
— ¡Muy bien!
Ali dejó un beso corto en mis labios y salió de debajo de mi, busco su camiseta y se la pasó por la cabeza.
— Nos toca ir a cenar — se encogió de hombros riéndose posible de mi cara de idiota. Fruncí el ceño rápidamente y eso solo hizo sus carcajadas más fuertes.
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Luna Roja
WerewolfDerek entra en la vida de Alana accidentalmente y un evento celestial lo obliga a quedarse más tiempo del planeado. Esa noche cambia muchas cosas para ellos. ¿Quieres saber cuáles? ¡Ven y descúbrelo por ti mismo!