Capítulo 12

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Derek :

Bajamos a cenar luego y se sintió raro comer de nuevo en una mesa. Me dediqué a explicarle todo un poco mejor a Alana y sus tíos me ayudaron. Al final aseguro no estar molesta porque no le contamos, más bien estaba demasiado sorprendida y se dedicó a hacerme todo tipo de preguntas.

¿Te bañas muy poco al ser un lobo cierto?

¿Tu madre fue una loba o una humana? ¿Y tu padre?

¿Si tienes un hijo seria lobo o humano?

Y como esas todas las preguntas que puedan haber. Más de una vez sus tíos se atragantaron y yo me reí mucho, en esos días había oído sus locuras y me divertían demasiado. Una hora y media después volvimos a la habitación de Alana, ella se sentó en su cama y yo en su escritorio. Me sentía intranquilo y no dejaba las manos quietas en ningún momento. Una notificación en el celular de Alana sonó cuando ella lo encendió y tras esa llovieron las notificaciones.

— Se va a fundir si sigue de esa forma — intenté bromear, pero la vi con el ceño fruncido hacia la pantalla del aparato — ¿Qué sucede?

— Son mensajes de las chicas y también hay de David —comentó distraída. 

Me puse de pie y caminé hasta sentarme a su lado. Había montones de mensajes de sus amigas dándole apoyo y de David pidiendo perdón e intentando dar una explicación que obviamente no tendría ningún sentido.

Idiota, apreté mis puños con fuerza. No Derek, respira, no puedes dejar que la ira sea tu primera emoción esta noche. Mis sentimientos estaban todos a flor de piel, más intensos que nunca.

— Ese imbécil no te merece —declaré en tono bajo. Tomé el celular con delicadeza de sus manos y luego de ponerlo en silencio lo dejé sobre la mesa de noche.

— Aun así no puedo hacer que deje de doler D, yo la consideré mi amiga todo este tiempo —confesó cerrando los ojos y supe que no quería volver a llorar. Se me hizo muy extraño que solo mencionara a la que creía su amiga, pero no le di importancia.

— Ella tampoco merece que estés así. Eres una gran chica, un poco molesta a veces, pero aun así una increíble amiga. Se pierden de mucho contigo —señale.

— Me gustaba más que no respondieras idiota, ahora tengo ganas de llorar —se quejó y agarró una almohada para pegarme con ella. 

— Ah no, no me culpes por ser tan dramática, es solo es cosa tuya —abrió la boca con indignación y volvió a pegarme.

— ¡Grosero!—chilló molesta —Te prefiero calladito, por qué no vuelves a ser un buen chico y te transformas.

Le lancé una marida asesina y la muy descarada se empezó a reír. Me gustaba su risa y yo también me estaba divirtiendo aunque no lo admitiría. Sin saberlo Alana estaba siendo mi ancla esa noche.

—Aunque quisiera, que no quiero —aclare—, no podría transformarme. El eclipse me lo impide —puntualicé

— Esto es de locos.

— Como lo que hiciste el día de San Valentín en segundo año de… — Antes de que completara la frase sus manos taparon mi boca.

— ¡No repitas eso en tu vida Derek o no respondo! —amenazó y fue mi turno de reírme.

—Dios te conté un montón de cosas muy vergonzosas —se llevó las mano a la cabeza y negó repetidas veces.

— Recuerdo cada una de ellas —la seguí molestando, comenzaba a sentirme eufórico. Necesitaba relajarme a las de ya.

— Ahora tienes que contarme cosas iguales de tu vida.

— ¿Por qué rayos haría esa estupidez? —fruncí el ceño.

— Para estar a mano y porque tenemos una larga noche por delante —explicó su punto.

— Pues tráeme algo de picar y me lo pensaré.

— ¿Mmm y puedo dejarte solo en lo que busco la comida? Tío dijo que no te dejara salir a menos que fuera muy necesario.

— Te lo pido ahora precisamente por eso. Aun no estoy tan mal, ya luego no podrás dejarme solo pero voy a necesitar comer para calmar la ansiedad.

— ¿Y cuándo se acabe lo que traiga que harás?

— Cualquier cosa —me encogí de hombros — Luego cuando veas el eclipse por la ventana intenta que respire profundo y esté lo más relajado posible, si estoy sentado mejor.

— Eso está hecho capitán.

Hizo un saludo militar y salió corriendo de la habitación hacia la cocina. Sonreí y seguí retorciendo mis manos como loco. No quería ponerme de pie pues eso me hacía peor, menos mal Héctor me había dejado quedarme solo con un pantalón. En mi estado la ropa solía ser muy molesta, debía empezar a rezar por no necesitar sacarla luego. Lo menos que necesitaba era traumar a Alana.

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