~CAPITULO 6~

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Me despierto con los rayos de sol que pegan en mi rostro.

Anoche creo que olvidé cerrar las cortinas. Miró la hora y son las 10.05am, me levanto, me adentro en la ducha para sacar un poco la pesadez de mis ojos y luego de unos 30 minutos salgo. Me veo al espejo y tengo unas ojeras impresionante, decido colocarme algo de maquillaje y cepillarme el cabello para hacerme una coleta. Me visto con unos jeans, una blusa suelta y mis tacos bajos. Rocio un poco de perfume en mí y bajo para desayunar. Cuando llego veo al señor Samuel con la mujer de anoche, saludo y me siento.

—¡Buenos dias!— Sonrio y de verlos me acuerdo lo de anoche.

¡Agg! No, me traume sola con el simple pensamiento.

— Buenos días—dicen al unísono.

— Señorita Anderson tiene la tarde libre hasta las 8.00pm que es la gala. Así que si quiere ir a pasear no hay problema—informa mi jefe con su mirada en mí.

— Bien, señor. Gracias—digo y el desayuno trancurre en paz.

— Sabes Sam, creo que deberíamos hacer algo divertido nosotros también—propone la mujer castaña, con una mirada pícara.

— Puede ser.— Concuerda sin mirarle.

Ruedo los ojos y me apresuró para salir de aquí.

¡Que descarada!

___☆☆☆___

Camino por las calles de Chicago y son hermosas, he pasado por el the Riverwalk, The field museum y el Millennium Park, lugares bellisimos. Voy de vuelta al hotel, y cuando estoy por entrar topo con alguien y de no ser por ese alguien estaría de culo en el suelo. Levanto la mirada y veo a un  Marcus sonriente...

— Disculpa, no te ví. ¿Cómo estas?— pregunto cuando me estabilizo y lo miro con vergüenza.

— No hay nada que disculpar, yo tampoco te ví. Y a tu pregunta estoy exelente, vine por unos asuntos laborales. ¿Tu qué haces aquí?

— Ah, pues lo mismo que tú, vine con mi jefe por unas reuniones.— Sonrio.

— Que bien que te haya encontrado, hace mucho no se nada de ti y en el parque te desapareciste.— Me mira confundido.

— Si, es que dejé el empleo de niñera por el de asistente y no he tenido tiempo para dar un paseo por el parque.

— Ohh que lastima... Bueno cualquier cosa ya sabes donde encontrarme, me tengo que ir, ¿no vemos después?— pregunta—, al menos para un café.

— Sí, por supuesto. Te doy mi número y acordamos una salida, ¿te parece?— digo con una sonrisa.

— Me parece perfecto.

Nos despedimos, le dí mi número y me adentre en el hotel, a lo lejos visualice al señor Samuel con el entrecejo fruncido y unos papeles en la mano.

Me arrime a él para saber si necesitaba ayuda.

—¿Lo conoces?—cuestiona serio y aún con el entrecejo fruncido.

— Sí, es un conocido. ¿Por qué?— inquiero curiosa.

— Porque trabaja para la compañia de marketing y tal vez seamos socios pero me da mala espina. No quiero que te arrimes a él—sentencia y yo lo miro incrédula.

¿Me está hablando en serio? ¿Qué le pasa ahora?

—¿Por qué tendría que alejarme de él si no me a hecho nada?— Lo miro con el seño fruncido.

— Aún, pero no conoces sus verdaderas intenciones y no me quiero arriesgar a que se pase de listo para sacar información sobre mis contratos y en eso te puede utilizar a ti. Ahora, ¿entiendes?— Me habla como si fuera una niña chica que no entiende cuando la regañan.

Contrato de la Felicidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora