~CAPITULO 9~

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— Te prometo que un día lo serás, no bajes los brazos princesa, yo sé que tu puede como así también has superado otras mas díficiles.— Me alienta mi hermana del alma abrazandome.

—¡Gracias! ¿Qué haría sin ti?— Ella en este momento es mi apoyo emocional.

— Tú puedes con o sin mí —me dice con una sonrisa mostrando sus blancos dientes—. Ahm... y...¿qué piensas hacer?—pregunta con curiosidad y timidez.

— Por consiguiente aceptar y enfrentar lo que venga—digo con una sonrisa que parece más una mueca.

— Ok. Ahh... ¿volviste a tener pesadillas anoche? Porque pateabas mucho y te quejabas.

— Sí, todas las malditas noches las tengo y se hacen más fuerte cuando estoy bajo mucho estrés.

Cenamos y platicamos sobre como le fue el día a cada una, yo obvio omití el asunto y luego caemos rendidas a la cama.

___☆☆☆___

Estoy al frente a la puerta de su despacho, respiro y suelto el aire unas veces y decido golpear. Me da su permiso para adentrarme. Cierro la puerta detrás de mí y lo veo parado al lado del escritorio con unos papeles en su mano. Él me ve y los deja en el escritorio.

— Señorita Anderson, ¿tomó su decisión?—pregunta curioso.

— Acepto su trato señor, con una condición, sólo nos casaremos por civil—digo de manera decidida aunque por dentro muero de nervios.

—¡Perfecto! Para mí está bien— manifesta con una sonrisa de oreja a oreja—. Este es el contrato, léalo luego y si quiere cambiar algo me informa y lo analizamos, debe firmar aquí— Me guía donde firmar y lo hago—. Este fin de semana anunciaremos nuestro  compromiso.

— No es muy pronto—pregunto sorprendida.

— Pues no, vamos a decir que nuestra historia de "amor" comenzó a las pocas semanas que entró aquí y que lo teníamos oculto, por eso ya podemos anunciarlo—lo dice despreocupado.

— Vale, ¿su abuelo solamente sabe esto?—pregunto refiriéndome a esta farsa.

— Así es, solamente él y bueno mi mejor amigo, él se encargo del papel que sostiene en sus manos. ¿De su familia lo sabe alguien?—pregunta preocupado.

— Mi mejor amiga pero no hay de qué preocuparse, sabe que no debe decir nada.

El asiete y así damos finalizada esa "reunión".

___☆☆☆___

Estoy esperando al señor Samuel para ir al aniversario donde anunciaremos nuestro "compromiso", que raro suena decirlo.

Me coloqué un hermoso vestido de gala como piel con nude más o menos y perlas sobre el, me maquille elegante pero no tan cargado y en el cabello sólo lo dejé suelto con unas ondas hechas con la planchita. Con mi familia, nos presentamos justo ese día que firmé el contrato, y no he tenido tiempo de leerlo para ver lo que se redacta en este. Al menos les calló de maravilla, esa fue nuestra primer actuación y nos salió demasiado bien para ser la primera, digo que funciono porque a mi madre cuesta mucho engañarla.

Por suerte no tuvimos que darnos tanto afecto demostrativo, sólo tomarnos de la mano, que cabe decir que volví a sentir ese escalofrío como la primera vez, y a veces me tomaba de la cintura pero nada tan afectivo. Se sentía extraño y a la misma vez bien.

Y bueno digamos que mi mejor amiga no ayudaba mucho porque cada vez que la veía, tenía una sonrisa burlona o de divesión.

Espero que hoy no tengamos que dar tanto afecto, porque de lo nerviosa que estoy meteré la pata millones de veces.

Tocan el timbre y sé que llegó, bajo y abro. Lo encuentro a él con un elegente traje negro que le queda como anillo al dedo... pero que ¡Guapo!

¡Ya Kayla, concéntrate! Me reprendo.

— Hola. Ya estoy lista—digo con una sonrisa tímida.

— Hola... sí, sí, vamos.— Me escanea de pies a cabeza, lo que hace que me ruborice.

— Adios chicas. Luego nos vemos— grito antes de salir.

— Adiós, que la pases bien—grita mi mejor amiga.

— Adiós, hija—gritan al unísono mi madre y tía.

Salgo, llegamos al auto, él me abre la puerta del copiloto, subo y se da la vuelta, sube al piloto y así nos ponemos en marcha.

De lo nerviosa que estoy me sudan las manos y cada 5 segundos me las limpio con el vestido, además de no dejar de retorcermelas como si fueran gomas.

— Tranquila, va a estar todo bien—Me sorprendo cuando el señor Samuel me habla, creo que es muy obvio que estoy nerviosa, le sonrio o bueno eso es lo que intento—, por cierto no te lo dije pero estás hermosa— Me halaga y eso me tranquiliza un poco.

— Gracias, usted está muy bien también—le digo para luego arrepentirme de haberlo llamado de usted, se supone que es mi futuro esposo. No me acostumbro a eso—, perdón todavía no me acostumbro a tutearlo—digo con una sonrisa tímida.

— No pasa nada, a mí también se me hace raro.

Llegamos a la casa mejor dicho mansión.

Antes de bajar, Samuel me coloca el anillo y es precioso además que debío valer una fortuna. Tiene un diamante en el medio y a sus costados pequeñas perlitas turquesa.

Me ayuda a bajar, me extiende su mano, yo la tomo y las entrelazamos, se siente cálida y cómoda, dándome una seguridad impresionante, aunque sí es raro lo sé.

Golpea la puerta y somos atendido por una señora de unos 50 años, morena, cabello negro y unos ojos verdes intensos.

—¡Hola, mi niño!—dice emocionada y dándole un abrazo. Su armonia era toda maternal.

— Hola becca. Mira, te presentó a mi prometida, Kayla— Me señala y veo a la señora con una sonrisa de oreja a oreja—. Kayla, ella es mi nana—me dice Samuel.

—Hola, un gusto.— Saludo devolviéndole la sonrisa y estrechando su mano.

— Hola Kayla, el gusto es mío. Soy Rebecca pero me puedes decir becca.— Devuelve el saludo.

Luego nos hizo pasar y si por fuera es impresionate adentro peor, todo decía elegancia, riqueza, bueno todo menos humildad, al menos no en el concepto que tengo yo.






Contrato de la Felicidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora