Un mes después....
— Sam, quítale eso ya.— Lo regaño porque le puso a Pool un difraz que es un pene en miniatura.
— Pero se ve increíble en él.— Ríe.
— Ya, quítaselo— Golpeo su brazo y quejándose lo hace—. Pobresito mi bebito.
Ríe mientras le quita ese tonto disfraz.
Termino de hacer dormir a mis bebes y camino a la habitación. Ya no vivimos más en el Penthouse, ahora lo hacemos en una casa que compró Sam, nos vinimos con mi tía de nuevo a Manhattan y ella volvió a su antigua casa. Aunque no está sola, está conociendo a un señor muy pintoresco y buen mozo.
Entro al baño de la habitación y me empotran contra el lavabo, jadeo por el susto.
— Quiero jugar antes que se despierten mis bellos hijos. ¿Quieres?
Asiento embobada me sube al lavabo quita mi camisón y mis bragas dejándome desnuda, abre mis piernas y pasa un... VIBRADOR.
Sí, lo es.
Mierda, me dejará con las piernas temblando. Lo pasa por mi hendidura haciendo que me moje, lo mete dentro y para ser más específica es un dildo.
Esa cosa comienza a vibrar dentro de mí haciendo que me retuerza de placer. Me calienta tener un objeto que urgetea en mi interior y toca las piezas claves, más cuando Sam me observa sosteniendo su cuerpo con sus brazos estirados y apretando el lavabo con sus manos. Levanto mis piernas abriendolas y se siente más intenso, las dejo arriba del lavamanos y recuesto mi cuerpo en el espejo de atrás. Sam masturba mi clitoris, gimo, toma mis senos con sus manos y los amaza tocando cada parte de ellos.
Comienzo a mover la cadera en forma circular y mi piel quema como también debe estar muy roja. Jadeo y respiro irregular. Con la ayuda de la masturbación que me da Sam llego a mi satisfacción, envolviendo con mis paredes el dildo.
—¡Ahhh!— Gimo.
— Te ves como una puta diosa, mi amor.
— Lo soy, cariño—responde ególatra y le sonrio sensual.
— Y yo era el egocéntrico.— Esboza media sonrisa y jadeo cuando siento que el maldito subió la intensidad de repente del dildo que aún se encuentra en mi interior.
—¡Cabrón!—chillo.
—¿Cómo me dijiste, caramelito?— pregunta subiendo un nivel más de intensidad.
Apreto sus hombros y echo la cabeza hacía atrás.
Hasta se me trabó la lengua.
— Que... te... amo—digo en medio de gemidos.
— Eso me gusta—comenta parando su tortura placentera en mí.
Me toma en sus brazos y me lleva a la cama dejándome en ella.
— Esto será grandioso.— Es lo único que dice para luego desvestirse.
Su gran erección queda ante mis ojos y se me hace agua la boca.
— Ponte en cuatro, mi amor— demanda.
Lo hago al pie de la letra y quedo mirando los pies de la cama, sigo con mi vista sus movimientos, toma el lubricante y se sube a la cama colocándose detrás mío.
— Que belleza de vista.— Azota una de mis nalgas haciendo que ahogue un grito.
Siento el frío gel caer de mi ano hacía abajo. Quita el dildo lo comienza a frotar por mi ano. Me tenso al saber cual es su intensión. Él lo nota y acaricia mi trasero.
Otro terror desbloqueado.
— Kayli, relájate, estás muy tensa y te dolera. No te lastimaré, mi amor.
— Lo siento.
— No te disculpes, sólo disfruta.— Me da un beso en mi espalda y eso me relaja.
Pasa su dedo de arriba a abajo excitandome, me vuelve loca su toque.
¡Por dios!
— Follame, Sam—exijo—. Hazme tuya.
— Ten por seguro que eso es lo que haré, preciosa. Quiero escucharte toda la jodida noche gemir mi nombre y que me pidas más.
Frota mi hichado clitoris y de una sola estocada de entierra en mí, lloriqueo por la profunda intromisión y comienzo a jadear cuando comienza a moverse, golpeando su pelvis una y otra vez haciendo que el choque de nuestros cuerpos retumben en la habitación.
— S-sam...— Gimo.
— Eso pequeña, quiero escucharte— dice jadeante.
Vuelvo a sentir más lubricante y lo esparce por todo el área. De pronto siento como va introduciendo de a poco el dildo en mi culo mientras me penetra y estimula mi clitoris. Lo siento en mi interior, me duele un poco pero es algo soportable, sólo lo siento un tanto incómodo.
—¿Lista?
— Sí.
Lo enciende y ahora sí produce placer. Esto es la gloria.
Tengo un puto dildo dándome placer anal, Sam penetrandome y yo me estímulo.
Jodeer.
Todo es tan intenso, quiero levantarme un poco pero Sam presiona con su mano en mi espalda haciendo que me curve más. Tengo la segunda vez en tener un squirt y ya sé lo que debo hacer. Respiro y me preparo para dejarme llevar.
—¡Oh, Dios mio!—grito cuando el chorro comienza a salir y Sam debe salir.
Frota rápido mi clitoris provocando que de nuevo gotee más mi entrepierna. Al terminar me tira boca arriba y vuelve a penetrarme. Con su reloj, en realidad es el mando del dildo, sube al último nivel haciendo que pierda la cordura. Penetra más duro y rápido, gimo desgarrando mi garganta y apreto las sábanas mojadas por mi jugo.
— Joderr...— Gime.
Grito cuando llego a mi orgasmo y sin tiempo de recuperación se vuelve a formar otro, jadeo en busca de aire. Y siento una última liberación con la de Sam, que se corre dentro de mí.
Para la vibración de mi culo y cae encima de mí sin salir aún.
— Te amo—susurra en mi oído.
— Te amo, mi amor.
Quién diría que dos seres que se odiaban y despreciaban llegaron a ser dos almas gemelas.
Así es, el destino y la vida nos unió queriendo pero nosotros nunca supimos que caeríamos en garras de del enamoramiento. Comenzamos como un simple contrato que se convirtió en nuestro: "contrato de la felicidad".Fin.
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Contrato de la Felicidad ©
Literatura FemininaSamuel Johnson: Frio, calculador, serio, decidido. Consigue todo lo que quiere, si hace falta destruir algo o alguien no tiene miedo, misterioso con un corazón roto pero con un alma "casi" indomable. Kayla Anderson: Fuerte con temperamento, timida...