~CAPITULO 11~

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Desayuno mientras pienso lo bien que se sintió aquel beso, tuve insomnio toda la estupida noche por recordar cada sensación que tuve en ese momento.

— Buen día, amor mío— Saluda mi madre besando mi coronilla y sentándose frente de mí.

— Buen día, mamá. ¿Cómo dormiste?

—¡De maravilla! ¿Y cómo te fue en el evento?

— Todo bien, igual ya conocía a su familia, pero darle esa noticia me puso los pelos de punta—expreso con una sonrisa tímida.

— No es para menos, a nosotras también nos cayó como un balde de agua fría, más que nada porque nunca mencionaste nada de él— comenta con esa cara de ella que quiere decir que le parece extraño.

— Ahm... Sí, es que queríamos primero probar si iba a resultar, no queríamos ilucionarnos.— Me caerá todo el peso del karma por mentir así.

— Te entiendo. Y no sabes cuanto me alegro porque te pudiste abrir con alguien, sé todo el daño que te hicieron—confiesa apretando mi mano.

— Gracias, mamá—digo un poco incomoda—. Te amo mucho lo sabés, ¿verdad?

— Claro que lo sé, yo también te amo y te amaré siempre mi princesa. Nunca lo olvides.

—¡Eyy! ¿Y a mí nadie me quiere?—inquiere Sabrina con una fingida molestia.

— Obvio tontita, eres con la única que comparto el amor de mi madre.— Rio por su ocurrencia.

—¡Ja! Mas te vale.— Me acompaña con mi risa.

—¡Ayy! Ustedes sí que me alegran el día—dice mamá.

— Voy por mi sudadera, ya regreso— informa Sabrina.

— Bien, me iré o se me hará tarde y no quiero aguantarme un Samuel enojado.

Estoy saludando a mi madre cuando escucho un grito que proviene de la sala, intercambiamos miradas con mamá para luego ir a ver que sucede.

—¡Mira, estás en la televisión!—chilla Sabrina feliz.

—¿Qué?

Y sí, estaba en la portada de una revista y en la televisión con Samuel. Es la foto de ayer cuando anunciamos nuestro compromiso. Y vaya que parecemos una pareja enamorada, al menos no se nota el nerviosismo que cargaba.

TV:

Ayer gracias a Will pudimos presenciar el gran momento donde el joven Samuel Jonhson anunció a los presentes incluyendo a su familia que parece ser no sabía absolutamente nada, la noticia que se casaría y la señorita que lo acompañaba era la afortunada. ¿Lo pueden creer? Después de la roptura con la señorita Maia, no supimos más sobre su vida amorosa, y vaya que la tenía guardada. Ahora por la información obtenida, la prometida del gran magnate es su asistente, sí amigos como escucharon, ellos si son el típico cliché no lo creen. Hasta el momento esa es la información obtenida, hacemos un receso y volvemos con más noticias acá por La Farandula...

¡DIABLOS! ¡MIERDA Y MIL VECES MIERDA!

¡¿Cómo carajos obtuvieron esa información si no había invitación para la prensa?!

Y así son todos lo noticieros— comenta Sabrina.

No lo puedo creer. ¿Cómo llegó esa información a los medios?

— Tal vez alguien invitó algún periodista—dice mi madre.

Cuando estaba por responderle suena mi móvil, apareciendo en la pantalla el nombre de Samuel. Ya debe saber.

—¿Si, Samuel?

— Mi chófer te irá a buscar y cuando llegues te diriges a mi despacho inmediatamente.

Iba a contestarle cuando me cuelga.

Ok, ya empezamos mal.

A los minutos suena el timbre y atiendo dejándome ver a un hombre alto y fornido, con una traje. Debe ser el chófer.

— Señorita Anderson, soy Victor el chófer del señor Samuel, me mandó a buscarla.

— Hola, sí me aviso. Puede llamarme Kayla—digo caminando al auto y subiendo mientras él hace lo mismo.

— Disculpe señorita pero tengo ordenes del señor Samuel de llamarla así.

— Y yo le estoy diciendo que me llame Kayla o al menos no por mi apellido.

— Ok—dice con una pequeña sonrisa.

— Gracias, Victor.

A los minutos llegamos, y me doy cuenta que hay una avalancha de medios en las puertas del edicicio.

¡Ohh no!

Lo que me faltaba.

¡Mierda!   

Victor me ayuda a bajar y pasar por el medio de la prensa, preguntando a ver quién tenía información primero.

Me adentro en el edificio y caigo en la mirada de todos, algunos con superioridad, otros tímidos, y otros no creyendo la noticia. Subo al ascensor sola, saliendo luego que las puertas se abran nuevamente me dirijo al despacho.


Contrato de la Felicidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora