~Capítulo 5~

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~IAN~

Voy saliendo del baño y escucho los altavoces anunciar.

Señores pasajeros, bienvenidos al Aeropuerto Internacional de Miami. Por favor, permanezcan sentados, y con el cinturón de seguridad abrochado hasta que el avión haya parado completamente los motores y la señal luminosa de los cinturones se apague. Los teléfonos celulares deberán permanecer totalmente desconectados hasta la apertura de las puertas. Por favor comprueben que llevan consigo todo su equipaje de mano. Les recordamos que no está permitido fumar hasta su llegada a la zonas autorizadas de la terminal.

Estoy completamente solo en primera clase, así que me importa un bledo lo que acaba de decir la azafata. Llevo nada más y nada menos que diez malditas horas en este avión y muero de ganas por fumar.

Estoy buscando en mi mochila el encendedor con la caja de tabaco y noto que dentro está vibrando en teléfono de Rick, lo ignoro y me dispongo a encender mi tabaco, pero el molesto sonido del teléfono vibrando vuelve a atacar mis oídos.

Que insistente, ¿será mamá?. Quizás es importante. Voy a contestar y no puedo evitar una corta carcajada cuando veo el nombre en la pantalla.

—¿Mi princesita? —bufo en voz baja.

¿A quién carajos le pone así?, no conocía esta faceta de Rick. Creo que me voy a divertir.

—¿Si? —pregunto— ¿Quién me habla?

—¿Es el teléfono de Rick? —no me reconoce la voz porque claramente no me conoce, me da mucha gracia la de ella, es fina, debe ser la hija de Rick.

—Sí, sí es —respondo.

Tengo unos deseos horribles de reírme, me imagino a una niña mimada molesta del otro lado, pero me contengo

—¿Quién me habla por allá? —añado.

—¿Cómo que quién habla? —se le nota en la voz lo abrumada que está con esta conversación—. Quiero hablar con Rick ahora mismo.

¿Está imponiendo respeto?, no puedo contener más la risa y suelto una carcajada involuntaria tapando las bocinas del teléfono. Voy a seguirle el jueguito.

—JAJAJA. Ay por favor no me hagas daño, te lo pongo ahora mismo.

—¿Qué es tan gracioso? Que parece que no me entero del chiste —me dice y puedo jurar que va a llorar de impotencia.

Me encanta esto, lo mejor del viaje. Sigamos encendiendo la llama.

—Tú eres el chiste.

No mentí.

—Mira ... quienquiera que seas, eres un idiota —me dice, no la estoy viendo y sé que debe estar toda tensa y rígida la muy malcriada. Su tono de voz  cambió notablemente.

Uy, esto está cada vez más divertido.

—Y tú una amargada.

—Estúpido —un contraataque rápido.

—Aburrida —le suelto.

Pero Me Gusta [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora