~Capítulo 31~

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"El miedo es la incertidumbre en busca de seguridad."      Jiddu Krishnamurti.

Mirando al suelo quedé, paralizada. Una forma un poco inútil de reaccionar pero, ¿de que otra forma se supone que lo haga tras escuchar algo así? Necesito respuestas y pienso conseguirlas.

Vuelvo a mirarle, pero ya no está.

Giro en mi sitio buscándole, —¿Dónde te metiste? —murmuro.

Mi mirada se choca con su oscura melena, está saliendo del salón.

—Mierda, debo alcanzarlo.

Agarro todo lo que queda sobre mi pupitre y lo aprieto dentro de la mochila apurada, no hay tiempo para organizar. Lo único que tengo en mente ahora mismo es detenerlo y preguntarle todo lo que no pude hace unos minutos.

Salgo disparada de la sala de conferencias y me detengo a mitad del pasillo agitada intentando ubicarlo. No pudo haber ido muy lejos. La multitud se agrupa para salir y cada vez siento más difícil poder encontrarlo hasta que lo veo. El psicópata saliendo por la puerta principal como si de su casa se tratara, ni siquiera intenta escapar o esconderse.

—Laia me dijo mi hermana que me estabas buscando... —la voz de Ennid me distrajo pero mis ojos nunca dejaron de seguirlo. Esta vez no puedo perderlo.

—No tengo tiempo Ennid. Después hablamos. —hablo sin pensar y continúo mi persecución.

—¿Pasó algo Silver? —gritó.

Tendrías que haber sabido que no sería tan fácil.

Me detuve y miré hacia atrás. Debería decirle pero no lo entendería. Me esforcé por dedicarle una sonrisa creíble y negué con la cabeza. —Después hablamos. —dije, apresurando el paso.

Lo sabrá todo. En algún momento lo sabrá.

Nunca le he ocultado nada. ¿Como he llegado a convertir mi bonito mundo en uno de mentiras? El camino se vuelve borroso por las lágrimas que se acumulan en mis ojos, los aprieto con fuerza dejando que salgan y uso mis manos para secarlas antes de que se hagan notorias.

Cada vez estaba más cerca, ya casi podía tocarlo. Estiré un brazo apresurando el momento y lo agarré de un hombro tirando de él. —Aún me debes explicaciones maldito psicópata. No aguanto más, siento informarte que esta situación tiene que parar ahora mismo... —Mi voz sonaba segura e irreconocible, incluso para mis propios oídos.

¿De donde salió esa valentía?

Silencio...

Voy a morir.

Eso parecía valentía pero no lo era, era la mismísima cobardía usando un disfraz. Ni siquiera puedo verle a la cara.

—¿Perdona...? —reaccionó confundido.

Esa voz...

No es la suya...

Elevé la mirada y lo observé.

No se cómo.

No se que acaba de pasar.

Pero no es al acosador a quién tengo delante.

Es un estudiante cualquiera que tiene su misma melena perfecta.

—Lo.. lo siento. —trago grueso—. Te confundí con otra persona. —digo acomodando mis gafas.

El chico me miró de arriba a abajo ofendido y arqueó las cejas. Luego se fue.

Debo haberme puesto roja como nunca. Que vergüenza. Mis ojos se movían de un lado a otro entre todos los estudiantes que salían desesperados. ¿Por qué siento que está viéndome desde alguna esquina, burlándose de lo patética que soy?

Pero Me Gusta [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora