~Capítulo 3~

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~LAIA~

El malestar que recorre mi cuerpo hace que me remueva en la suave cama. Un insufrible dolor de cabeza me azota, me llevo las manos a la cara para tapar los fuertes rayos de sol que entran por la ventana. Creo que estoy deshidratada o algo porque siento la boca muy seca.

Me reincorporo en el colchón. Necesito litros de agua con urgencia. Echo un vistazo a mi alrededor.

¿Donde rayos estoy?

Veo mis gafas en el piso con una de sus patas torcida, las recojo y me las pongo, aunque estén defectuosas veo mejor con ellas.

Supongo que nunca salimos de casa de George porque reconozco este pasillo. Tengo que llamar a las gemelas.

¿Dónde dejé mi teléfono?

Lo último que recuerdo es jugar yo nunca en el comedor. Allí debe estar mi celular.

Me levanto y con mucho pesar camino hasta el comedor donde efectivamente está el teléfono. Lo enciendo para encontrarme con dos problemitas de nada.

Sí sí, de nada.

Uno, tengo veintiséis llamadas perdidas entre mamá, papá, papi y Ennid. Pero, ¿qué carajos pasó?

Yo sola me respondo a esa pregunta cuando veo el segundo problemita, son las dos y media de la tarde, mi madre debe estar preocupada.

¿Cómo se les ocurre a las gemelas dejarme aquí?

Le marco a Ennid esperando que tenga una muy buena justificación.

Me responde al primer timbre —Silver. ¿Donde carajos te metes?, ¿estás bien?

—¿Qué? Primero que todo habla bajito —está gritando—, mi cabeza duele, en serio. Y segundo, ¿cómo que donde estoy? Se fueron y me dejaron sola aquí en casa de George. Seguramente suspenda el año por vuestra culpa. —reclamo.

—¿Donde George dices? No puede ser, te buscamos, Laia, y no estabas. Tú madre me ha llamado un montón de veces y no he sabido que decirle, pensé que te habrías ido con un chico o algo así —dice con voz exaltada.

—Hablas como si no me conocieran, ¿me iría yo con un chico? Había tomado Ennid, no debían dejarme sola.

—PERO QUE NO TE DEJAMOS SOLA, ¿NO ENTIENDES? YO TAMBIÉN HABÍA TOMADO.

—Ey, ey, respira que la molesta aquí soy yo. Vooyy a suspendeeeerr y me siento muy maaal —digo con tono cansado. No tienen justificación para dejarme aquí pero no me apetece discutir.

—Escucha, faltaste a dos turnos, no vas a suspender por eso. Te diré lo que vamos a hacer, primero que todo te me calmas, llama a tu mamá, dile que estabas con migraña y por eso no respondiste, estabas dormida. Vas a mi casa, la llave la tiene Ana, te bañas, te cambias y vienes al último turno —hizo una pausa—.  ¿Me oyes?

—Sí, sí, te oigo, más de lo que me gustaría, créeme. Eso haré, justifícame con Richard por favor.

—Que siii. Me llamas después, tengo clases. —dijo

—Te odio —respondí.

—Yo te amo más.

Segundo después de colgar ya estoy llamando a mi madre para hablar como habíamos quedado, ella lo entendió sin problema alguno y cortó rápido por el trabajo.

Pero Me Gusta [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora