~Capítulo 28~

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⚠️Aviso: Este capítulo tiene contenido +18. No sexual, pero sí algo thriller.

"Ese día"

~MAX~

La sala de cuidados parece un paraíso curativo. Estoy acostado sobre la camilla más cómoda que he visto. La anestesia se va perdiendo poco a poco y comienza a doler de nuevo mi cara.

—Debemos demandar a quién quiera que haya sido. —dijo mi padre mientras caminaba por el lugar buscando cremas y vendas.

—Papá basta. Ya dije que no haré nada al respecto. —aseguré. Yo sé lo que me conviene.

La molestia se le nota en la cara y lo entiendo. Tuvo que reconstruirle la nariz a su hijo y ni siquiera sabe qué pasó.

Mejor que no lo sepa.

—Maxi —se detuvo y giró la cabeza hacia mí—. No deberías dejar pasar esto. Soy tú padre, puedes contarme lo que sea que haya pasado, quizás no esté de acuerdo pero siempre te ayudaré.

—No puedo hacerlo. —confesé.

—¿Demandarlo?

Asentí con la cabeza y aparté la mirada. Me avergüenza hablar sobre esto. No fui yo. Juro que no era yo después de tantos shots de tequila. Cometí un error y me merezco la golpiza.

—No te entiendo. ¿Te están amenazando?¿Es eso? —dijo acercándose y se sentó en un sofá a mi lado— .Porque si es eso Max podemos solucionarlo con ayuda de profesionales.

—¿Qué? No, no es eso.

—¿Y entonces?

—Confórmate con saber que me lo merecía. Y que aunque duela como el demonio agradezco que haya pasado.. porque de no ser por eso... —sus ojos se fijaron en mí—. En fin que acabes de vendarme esto —señalé mi nariz con mis dedos índices—, quiero irme a descansar.

—Max...

—No quiero hablar más del tema papá. Quizás otro día.

Finalmente se rindió y pasó a vendarme con sumo cuidado. Intento ver mi reflejo destructivo pero el diminuto tamaño del espejo en la pared es tan pequeño que no deja. Realmente no se si quiero verlo.

(...)

Tendré que hablar del tema con él en algún momento, igual se entrará. Laia es su paciente, de hecho así nos conocimos. Ella lo dirá.

Me detengo antes de entrar a la residencia. El camino se me hizo muy corto para tanto en lo que debo pensar. Me duele todo el cuerpo y estoy muy cansado, sin embargo no quiero abrir ese portón porque sé que no podré dormir.

Doy la vuelta y decido caminar hasta el pequeño parque del hospital. Allí seríamos mis pensamientos, el silencio del lugar y yo.

Deben ser casi las tres de la mañana. La
oscuridad es la dueña del sitio y los pequeños bancos se sienten más duros que nunca. Soy un idiota, y de los buenos. Una fría brisa me abraza y hace que inconscientemente tiemble un poco. Quizás ahora estuviera con ella en una cama o siguiéramos bailando en el lugar. De no ser por el jodido alcohol...

—Mierda. —maldigo en voz alta y apoyo los codos en las rodillas.

—Tú sí que eres un idiota. —oigo.

Me levanto a una velocidad casi sobrenatural. —¿Quién a sido? —Doy vueltas mientras busco a mi alrededor pero no veo nada. No puedo estar alucinando.

Pero Me Gusta [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora