~Capítulo 32~

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IAN

Estar en una habitación tan pequeña, con este olor tan característico, y la temperatura tan maravillosa me tiene soñoliento. Pero cada vez que cierro los ojos la veo.

¿Cómo se llama eso? ¿Amor?

¿Puede ser que estoy un poco obsesionado quizás?

El sentimiento está presente, ese de que si algo está pasando debo ser yo quien lo resuelva, no importa lo que conlleve.

Nunca estoy, no cuando ella me necesita. De alguna forma pasa algo siempre que no estoy y no puedo ayudarla.

No puedo dejar que nada le pase.

¿Responsabilidad?

Ni siquiera sabía que podía sentir algo así.. ¿se supone que sepa cómo llamarlo?

Claro que no.

No es necesario que tenga una clasificación. Así que, por ahora lo llamaré Laia, su nombre, sin tantas dificultades porque a fin de cuentas es ella quien lo provoca.

Bajo la cabeza para verla, está dormida sobre la mancha de lágrimas que aún no se seca en mi pecho. No me atrevo a moverme de aquí, las bolsas bajo sus ojos me dicen que no está durmiendo bien. Últimamente están siempre de esa forma, aunque ahora son más notorias y de hecho creo que ha adelgazado.

Acaricio su cabeza, entrelazando mis dedos con su pelo, mi dedo toca su mejilla y se desliza más abajo hasta llegar a sus labios y vuelve a subir, se repite una y otra vez.

Laia se queja. —Si sigues haciendo eso tendré de todo menos sueño. —dice.

—Lo siento. No quería despertarte.

Ella me sonríe mientras se rasca los ojos con los nudillos. —Lo sé, —luego mira a su muñeca buscando un reloj, pero al darse cuenta que no lleva vuelve a verme—, ¿cuánto he dormido?

—¿Diez minutos? —dudo.

—¿Qué?.. ¿solo diez?.. me han parecido días. —dice y luego se ríe.

Necesitaba ver esa sonrisa. Por muy corta que sea, la extrañaba. Saber que la he causado yo de alguna forma me hace sentir tan bien que sonrío embobado en respuesta.

Sus mejillas se colorean. Rápidamente llevó ambas manos a su cara y giró la cabeza. —¿Qué me ves?

—Lo preciosa que eres.

Laia volvió a girarse hacia mí. Sonrió ligeramente y me miró a través de una ranura entre los dedos de las manos, las cuales aún hacen de cortina a su cara.

—¿Intentas conquistarme Ian Rollder? —murmuró ironizando.

Puse los ojos en blanco. —Tal vez ya lo hice. —solté creído, mientras apartaba sus manos de la cara.

Laia no hizo resistencia. Apretó los labios y luego los acarició con su pulgar. —Supongo que nunca lo sabrás. —dijo.

—Mmmm.. yo no lo creo, eres muy predecible ¿sabes?

—¿Por qué siento que viví esto antes?

Su expresión de sorpresa me indica que está intentando recordar así que la ayudo un poco. —Porque lo hiciste. Así nos conocimos.

Laia arruga la nariz confundida.

—Yo era el ladrón, tú la víctima rompe vasos. —explico— ¿Aún no recuerdas?

Su cara lo dice todo.

—Oh vamos. No puedes haber olvidado algo como ese momento, no ha pasado tanto tiempo ¿O si?

Pero Me Gusta [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora