~LAIA~
—Laia. —una voz femenina me llama.— Laia.
—¿Si? —miro hacia todos lados, buscando de donde proviene el sonido. Me encuentro sentada sobre una cama con los pies cruzados. Todo está oscuro, muy oscuro.
Siento pasos, trotes, como si sobre el techo estuvieran corriendo una maratón, los sonidos se incrementan cada vez más, cada minuto un poco más alto.—¿Laia, eres tú? —esa voz sigue. ¿Está dentro de mi cabeza?. No hay nadie aquí conmigo. De hecho, ¿donde estoy?. Realmente no lo sé, ¿Cómo llegué a este lugar?.
El ruido de los trotes retumba en mis oídos, insoportable. Alzo ambas manos a mis orejas en busca de silencio. —Laia, ¿dónde estás?. —insiste la voz. El techo vibrante se agrieta y entre las delgadas grietas se filtra un líquido negro. Gotas caen en las sábanas blancas que cubren las muchas camas que, de hecho, acabo de ver que están a mi lado.
—Laia. —un olor metálico me llega, junto con una gota grande en mi brazo derecho. ¿Sangre?¿Es sangre?.
—¿Te gusta? —esta vez es la voz ronca de un hombre. Me giro y veo a una chica en el piso, bañada en sangre, reconozco las cortadas en sus piernas... es... soy.. soy yo.. cortando mis propias piernas, quitando mis suturas.
Me miró y sonrió—SAL DE AHÍ, SAAALLL. —no puedo hablar, mi boca no se mueve, —QUE SALGAAAS.
—SAL LAIA.
El sudor empapa mi espalda, no respiro bien, y otra vez mis manos agarrando las sábanas con tanta fuerza. Busco mis
piernas, las vendas aún están. ¿Otra pesadilla?. Sentada, enciendo la lámpara de la mesita de noche, mi respiración agitada, siento que el corazón me late en la garganta. Necesito tomar aire, abro la ventana y una brisa fría hace que me abrace. Aún es de noche, ¿qué hora es?. El reloj de pared marca las 5:00am por lo que supongo que sean sobre las 4:30am, ese reloj está defectuoso. Respiro profundo. ¿Dos pesadillas seguidas?. Últimamente no duermo bien. Aún dormitando, pero con miedo de dormir y volver con el mal sueño, bajo las escaleras camino a la cocina, un poco de agua no me vendría mal.No entiendo estos sueños tan raros, ¿me estaré volviendo loca?. Abro el refri y la falta de leche en él me hace recordar al maldito de Ian. Será estúpido, sus ganas de llamar la atención me pueden, mira que tomarse mi leche.
Tranquilízate Laia no eres el centro del mundo.
Quizás no lo sea pero a veces me gusta creerlo. Si hay algo que debemos tener alto en esta vida es la autoestima. Relleno mi vaso con más hielo que agua y me dispongo a salir un rato al patio trastero pero en cuanto abro el portón un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sí que hace frío fuera, mejor me quedo dentro. El salón no parece un mal lugar. Una vez acomodada saco mi teléfono, ando media perdida del mundo online últimamente. Husmeo un poco en instagram y twitter, que es donde soy más activa.
—Mierda. —escucho que maldicen después del ruido de algo caer. —Joder, joder, joder.
Camino lentamente —lo normal por ahora— y me detengo en la entrada de la cocina cuando veo a Ian parado sobre el desastre que acababa de hacer, toda la ensalada de la fiesta de la mañana está en el suelo. No puedo evitar sonreír, pero esa sonrisa desaparece cuando me percato de que está en toalla. Recorro su cuerpo con la mirada, debo admitir que no es para nada un mal cuerpo, Ian no es el típico hombre fuerte, es delgado, pero aún así puedo notar cada músculo de su cuerpo. Caen gotas de agua en su abdomen, noto que provienen de su despeinado y mojado cabello, supongo que acaba de darse un baño. ¿A estas horas?.
Pensaba en subir sigilosamente y dejarlo con su desastre, lo que me detuvo fue su cara de chiquillo en apuros, esa expresión que por alguna razón lo hacía verse aún más atractivo.
¿Atractivo Ian?¿El maldito de Ian?
Nunca he dicho lo contrario, que sea un desagradable no le quita lo bonito. Inconscientemente me acomodo el cabello.
—¿Damisela en apuros? —sus ojos se abrieron intranquilos al escucharme.
Al instante frunció el ceño pensativo. —Que extraño, no recuerdo haber llamado a la patrulla canina. —ya recuerdo porque lo de maldito Ian, no debí haber aparecido. Estúpida quedé.
Solté una risa fingida. —Suerte con eso. —dije señalando el desastre a sus pies. Dí media vuelta en dirección a la escalera.
—Espera Laia. —puse los ojos en blanco girando nuevamente. —Ayúdame.
Obviamente cedí, ¿qué se supone que haga?, soy así de buena persona. —Voy a ayudarte, pero no puedo agacharme. —finalicé señalando mis vendadas piernas. El
asintió.No tardamos mucho en recogerlo todo, poco más de 20 minutos, el silencio fue incómodo, aunque podría jurar que me chocó el hombro más de una vez a postas.
—Mi trabajo aquí está hecho. —dije mientras recogía mi cabello con una coleta.— Por cierto, ¿planeabas robar ensalada?.
Abrió el refri y tomó una manzana, se sentó sobre la encimera y le dió un mordisco. —No te incumbe. —soltó junto a una de sus descaradas sonrisas.
—Genial. —no debo estresarme.— entonces me voy.
Quedé como estúpida nuevamente esperando un <gracias por tu ayuda>, al menos. —¿Nada que añadir? —escupí.
Abrió sus ojos, mientras más los veo más me impresiona lo tan oscuros que son. —Oh cierto. —dió otro mordisco a su fruta y se bajo de la encimera caminando a mi dirección. El contacto visual nunca cesó. Una vez frente a mí sonrió. —Te ves muy fea con el cabello recogido.
—Con un gracias bastaba.
Sin apartar la vista en ningún momento, dió otro mordisco, esta vez escuché el crujir de la fruta, el líquido del fruto mojó su labio inferior y lo lamió descaradamente. Se me antojaba una manzana ahora.
—Aich que grosero soy. —dijo pegándose suavemente en la frente. —¿Quieres un poco? —inclinó la fruta hacia mi boca.
—No, gr.. gracias. —¿acabó de tartamudear?
—Oh vamos. No has escuchado eso de que no se le niega un mordisco a nadie. —su voz suena juguetona. La cercanía me pone de los nervios y no puedo evitar apartar la vista.
Eso es, mírate el pie un rato, jeje.
—No, no lo había escuchado nunca. —iba a separarse pero..— Sin embargo, tomaré esa manzana. —dije arrebatando el fruto de su mano.— De hecho es lo menos que te puedo quitar después de que me dejaras sin leche, ¿no?. —solté. Lo miré a los ojos, estaban desarmados, creo que no se lo
esperaba. Di un mordisco, sí que estaba buena y madura, el zumo corrió por mis labios y justo cuando iba a lamerlo sentí su pulgar en ellos.—Tienes zumo justo aquí. —dijo limpiando mi labio inferior, los miraba fijamente, se acercaba, demasiado, juro que puedo sentir su respiración en mi nariz y siento mi rostro arder. Entreabrí los labios casi que involuntariamente.
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NOTA: Hola hola a los lectores más dioses que existen.Sin palabras me dejó este capítulo. ¿Qué tal a ustedes? Corto pero potente.
Nooooo, no los pienso dejar así mucho tiempo. Mañana actualización.
Los quiero.❤️
Mel.💘
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Pero Me Gusta [EN EDICIÓN]
Bí ẩn / Giật gânLaia Silver, una joven estudiante de medicina, se encuentra en una encrucijada entre una vida aparentemente perfecta y el oscuro peligro que la acecha. Cuando un psicópata mentalmente inestable la elige como su presa, Laia se ve atrapada en una espi...