~Capítulo 10~

51 22 7
                                    

~LAIA~

La importancia que se le da a algo tan sencillo como un beso, ese simple roce de labio con labio, puede tener un gran significado para muchas personas. No es mi caso. Fueron solo unos segundos, pero en mi cabeza parecieron una eternidad. La cercanía es incómoda, mis mejillas arden al ritmo de mis latidos, imaginando que él puede escucharlos también. Mi corazón va a mil.

—Listo. Puedes seguir con tu aburrida vida —dijo, pasando a mi lado en dirección a las escaleras—. Duerme bien, pequeña Silver.

¿De verdad esperabas un beso? Por favoooor, Laia.

Esto es absurdo, obviamente no lo iba a besar. Lo que hice fue por instinto, como el instinto de supervivencia. Sí, eso es.

Espero unos minutos antes de subir a darme una ducha. Ojalá me equivoque, pero no creo que pueda dormir de nuevo.

(...)

El patio trasero está decorado de manera sencilla. En el centro, casi al salir, hay una mesa larga con dulces, copas de champagne y otros aperitivos. No ver ensalada sobre la gran mesa me trae recuerdos no muy agradables de anoche.

No debí haber bajado nunca.

—Laia, ¿puedes abrir la puerta, cariño? —mi padre suena feliz.

—¡Voy! —grito. Me dirijo a la puerta para recibir al siguiente grupo de invitados. Parecen ser ricachones que trabajan con papá, por cómo vienen vestidos. Los hombres en trajes y las mujeres con hermosos vestidos, zapatos y bolsos costosos. Les muestro mi mejor sonrisa de bienvenida y me echo un vistazo en el gran espejo del salón.

¿Debí vestirme mejor? Llevo un pantalón holgado de piernas anchas negro que ayuda a esconder mis vendas y una blusa beige pegada al cuerpo sin tirantes que resalta mis curvas. Encima, una chaqueta corta negra. Hace frío y no quiero resfriarme. Mi cabello está controlado con una coleta alta, cero maquillaje y mis gafas —porque no me las puedo quitar, duh—. Le doy un toque casual al look con un par de zapatos deportivos. No creo que esté mal, además, ¿qué me importa?

—Te dije que te ves horrenda con el cabello recogido —no hace falta decir quién lo dijo. Giro y lo veo parado en la escalera. No puedo decir lo mismo de él, ¿todo le queda bien o qué? Lleva zapatos deportivos también, pantalón clásico negro de vestir y un suéter ajustado de cuello de tortuga. El cabello desordenado parece ser normal en él.

Le enseñé el dedo medio. —Necesitas buscarte una novia con urgencia —dije—. A ver si me dejas tranquila de una vez.

Negó con la cabeza y una sonrisa maliciosa se adueñó de sus labios. —Emma, voy a por bebidas —gritó, abandonando el lugar sin esperar respuesta.

Pasé un buen rato con Rick y sus amigos. No dejaba de presentarme a todos como su hija, la futura doctora. No es molesto, hasta cierto punto.

—¿Ya tienes en mente alguna especialidad? —preguntó uno de los hombres trajeados, curioso.

La verdad es que tenía la cabeza en otro lado. Mamá y papi no pudieron venir por problemas en el trabajo. No puedo evitar pensar en ellos. Lo de mamá es entendible, pero que el jefe de policía de la zona tenga tanto trabajo nunca es bueno, y esto del supuesto "asesino no serial" hasta me ha causado pesadillas. Otro tema que me distrae es la universidad. El doctor dijo que no debía ir por una semana, pero no me conviene faltar tanto; estoy perdiendo contenido importante.

—Princesa, ¿tan difícil lo tienes? —papá me sacó de mis pensamientos.

—¿El qué?

—La especialidad —dijo, besándome en la cabeza—. Josué te preguntaba si ya tienes alguna en mente. ¿Dónde tienes la cabeza?

Pero Me Gusta [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora