~Capítulo 19~

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~IAN~

—Como imbécil. —me interrumpió.

—¿Qué? —pregunté confundido.

—Que quedaste como imbécil. Si ni siquiera te había pedido explicaciones entonces ¿para qué se las das? —hizo una pausa— ¿Te gusta la chica?

Lo conozco tanto que aún hablando por teléfono puedo asegurar que está sentando frente al computador, seguramente fumando y con las piernas sobre la mesa.

—No fumes en la habitación Kevin. —le dije imitando la voz de la casera.

Soltó una carcajada. —¿Qué pasa Iansito? —hizo la misma voz— ¿No te dejan en la mansión?

Lo sabía.

Kevin, el único amigo que he tenido y creo que el único que tendré. Sólo él me soporta y me conoce mejor que mi madre, después de todo hemos vivido juntos por más de cuatro años.

—¿Cuándo me sigues roommate? Dijiste: No te librarás de mi maldito idiota, dame una semana y te sigo. —cité.

—No creo que me guste esa chica para ti.

—Pero ¿qué hablas ahora? —pregunté confundido.

—Te hace desbloquear nuevas funciones.

A veces habla cosas sin sentido. —Explícate.

—Desbloqueaste la función de evadir preguntas. En medio minuto me haz bateado dos importantes.

—¿Estás contando las preguntas que evado?

—Bueno, al menos no lo niegas. Estás evadiendo.

—Que no estoy.. —me doy por vencido mientras me recuesto en la cama—..bueno ¿qué preguntabas?

—¿Qué si te gusta la tal Raia?

—Es Laia —corregí—. Y no, no creo que me guste, es solo que..

—Joder, sí te gusta —interrumpió—. Ten cuidado Ian. Hay cosas que es mejor dejarlas dormir.  No quiero culparla a ella, pero a penas la conoces y ya estás sacando de paseo a los monstruos del pasado.

Kevin el poeta.

—¿Qué fumas? —rompí el silencio con una corta carcajada.

—Nada bueno, pero sabes que tengo razón.

Sí la tiene, eso es lo que más jode.

—Voy a dormir, mañana madrugo. Báñate.

Evitando seguir con el tema que es ya bastante molesto corté la llamada sin esperar respuestas. Es lo mejor para mi estabilidad mental.

Tomo una ducha en mi nuevo y ya funcional baño y aún envuelto en la toalla, sintiendo como el sueño me vence me tiro en la cama.

(...)

Un estruendo hace que abra los ojos y me siento de manera brusca. Todo está borroso, me froto los ojos buscando visibilidad. —¿Pero qué mierda?

Pero Me Gusta [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora