Capítulo 3: Había Una Vez...

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Alayna

Había una vez una princesa que simulaba ser normal cuando en realidad, tenía su vista cegada por la curiosidad. Nadie la dejaba ir a buscar su aventura, hasta que un apuesto príncipe la encontró y la llevó a su reino. Por desgracia, la vista de la muchacha comenzaba a deteriorarse más y más. Solo el amor verdadero la podía salvar.

Lamentablemente, hoy no existe tal cosa.

— ¿Estás escuchando? —resuena la voz de mamá — ¡Alayna!

Muevo mi cabeza saliendo del trance. Dirijo mi atención al cuento que mi madre me estaba leyendo y le hago un pequeño gesto de desagrado.

—Mamá, ya no tengo siete años —me quejo.

—Lo sé, pero es una historia bonita, creí que te interesaría —entiendo que se sienta mal, pero no lo puedo negar, me parece ridículo forzar la comprensión lectora a alguien que es ciega. Mejor fomentar la escucha activa, ¿No?

—Mamá, lo siento, leamos otra cosa —propuse.

—Hija, estás distraída desde que llegamos —siento su peso a mi lado. Estamos sentadas en el sillón familiar, mientras Sky duerme. Son las ocho de la mañana y han pasado dos días desde que llegamos a la Dehesa — ¿Qué sucede?

Me peino el cabello en una coleta mientras suelto el aire acumulado.

No puedo comentarle que he estado sintiendo la llamada de una melodía que nadie conoce desde los árboles en lo profundo del bosque. Es una locura, nadie creería semejante cosa. Pero ahí estoy, sintiendo la sinfonía en mis oídos y los cosquilleos en el estómago.

—Quiero salir, recorrer el bosque —susurro nerviosa, me tiemblan las manos y no sé porque.

—Lo sé, Ali, pero debes entender que...

—Mamá, llevo doce años aprendiendo a conocer mis alrededores con solo el tacto y el oído. No podría perderme aunque quisiera —busco sus manos y las entrelazo con las mías.

Si hay una sola oportunidad de ser libre, la tomaré. He querido descubrir por años que significa ese mensaje en mi mente, pero nunca he tenido la instancia. No como ahora.

Siento como se me desborda el corazón mientras mamá suspira. De pronto y sin previo aviso, se levanta y dejo de percibir su presencia en el living de la casa. Me quedo unos segundos desorientada hasta que vuelvo a sentir los pasos de mi madre.

—Tu papá es un mañoso, así que durante el día no podrás ir —susurra sujetándome la cara —No sé porque te estoy dando permiso, pero quiero que uses una cuerda.

— ¿Una... cuerda?

—Sal de noche, cuando estén todos durmiendo —la forma en la que habla es un poco desesperada, pero poco me importa, me está dejando salir.

Una aventura, eso es lo único que quiero.

—Si llegas más allá de la reja, sabrás como volver de vuelta con la cuerda.

Chillo de pronto y busco la cara de mi mamá para besarla. Grito de emoción, ¡es lo que quiero! Después de eso, me quedaré quieta como una estatura, lo prometo. Eso no se lo menciono porque podría sacármelo en cara. Entre tanto gritos y alegría, mi padre interrumpe la escena.

— ¿Por qué tan felices?

Siento la mano de mamá taparme la boca y solo me rio inconscientemente.

—Nada, es solo una nueva canción que quiere sacar en el violín, nada más —estaba a punto de mentirle a mi papá, pero siento la necesidad de hacer aquello y mi mamá me lo está permitiendo, así que tengo que aprovecharlo.

La Sinfonía De Dragones © (Libro 1. Alayna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora